100 años del vuelo prodigioso de la aviatriz francesa Adrienne Bolland, Primera mujer en atravesar los Andes en avión

Loading

Adrienne Bolland
Adrienne Boland

Es indudable que la bella Francia fue la cuna de la aviación mundial. Desde los hermanos Mongolfier a Bleriot hubo más de cien años de incubamiento, en cuya etapa se procesaron numerosas instancias de las que Santos Dumont fue uno de los claros cerebros de aquella lucha grandiosa, que el tiempo convirtió en epopeya.

Hubo otros como Ader, Langley y Ferber; más tarde vendrán Bleriot  Farman, y muchos pioneros como el chileno José Luis Sánchez Besa, que instalarán fábricas de aviones en el corazón de Francia. Esa fue la cuna. Bajo el alero del Aero Club Francés se canalizaron la formación de escuelas y el título que todo aviador buscaba: el “brevet de piloto aviador”.

Entretanto también surgieron destellos en Alemania con Otto Lilhiental y desde luego el trabajo del Conde Zepellín; mientras  en los Estados Unidos los hermanos Wright, en un trabajo silencioso creaban olas sobre las arenas de Kity Hawk catapultando al aire su Flyer N° 1.

Con el acierto de la travesía del Canal de la Mancha por Luis Bleriot, el avión se consolidó como un medio de transporte y más tarde en la “Guerra del 14”, o la “Primera Guerra Mundial”, como la conocemos, hizo vibrar sus motores y a la par con estudiadas acrobacias, los aviadores percutaron sus armas, dando un giro bélico a la modesta aviación deportiva, que tanto que hablar había dado en los campos aéreos de los alrededores de Paris a principios del siglo.

Algunos países del cono sur de América, entre los que se contaban Chile y Argentina,  habían logrado iniciarse en las lides aéreas en el año 1910; años del Centenario de los  procesos emancipadores de ambos países, lo que atrajo la presencia del aeroplano en terrenos adaptados para cumplir los fines de un aeródromo.

Pero la inquietud aérea había germinado con entusiasmo en el lado argentino, de la mano de los globos que llevaron a esos pioneros a la creación del Aero Club, entre los que destacó Jorge Newbery y su hermano Eduardo, quien desapareció en uno de ellos volando sobre el Atlántico.

Dos veces vino a Chile Jorge Newbery y en las dos realizó estudios de los vientos, temperaturas y todo lo concerniente para cruzar la cordillera en globo. Más después del segundo viaje, realizado en 1910, y en vista del avance de la aviación, decidió que el cruce debía hacerse en avión. Fue después de un viaje a París, en enero de 1914, cuando trajo dos motores nuevos para su máquina. Un periodista transandino le pregunta si pensaba cruzar por el sur, donde el macizo pierde altura. El aviador le respondió que le interesaba seguir la ruta histórica del General San Martín  y su Ejército Libertador; su trayectoria deportiva no le permitía ser menos.

En ensayos con su avión, logra batir el récord mundial de altura de la época, pero el destino le tenía dispuesta una mala pasada y el 1° de marzo de 1914, mientras participaba de una tarde deportiva en el aeródromo de los Tamarindos, en Mendoza, pierde la vida en un vuelo demostrativo, ocasionando una fuerte pérdida a la aviación de su país, ya que era el aviador con los mejores merecimientos para lograr la conquista del cruce cordillerano.

 En Chile dos deportistas civiles, ciclistas de pergaminos, van al París de aquella época, que junto con los destellos de su torre fantástica, daba vida a la aviación mundial en sus escuelas y en sus campos aéreos. Fueron ellos Luis Alberto Acevedo y Clodomiro Figueroa. Será este último quien tempranamente  dará inicio, por parte de Chile, a la conquista de la mole andina, con los medios mínimos de su modesto “Valparaíso”, un Bleriot de apenas 80 HP.

En vista de estas instancias, en que la aviación deportiva postulaba al quiebre de las altas cumbres de la mole andina, con todas sus dificultades de vientos, nieve y altura, fue que el diputado chileno Héctor Arancibia Lazo presentó al Congreso una moción que pronto se convirtió en Ley, aprobando los estímulos de una medalla y un premio en dinero de $ 20.000 al aviador chileno o extranjero que lograra atravesar por primera vez la cordillera entre los meridianos 31° y 35° de latitud sur, más o menos entre La Serena y Linares, aproximadamente. Es decir, por las altas cumbres de la mole andina, por lo que el cruce quedó determinado por ese sector y más directamente entre Santiago y Mendoza o viceversa.

Los primeros vencedores del Andes

Hubo intentos por lograr la meritoria hazaña, pero sería el 12 de diciembre de 1918, cuando el teniente del Ejército de Chile, Dagoberto Godoy Fuentealba, se cubriría de gloria con su avión Bristol al atravesar por primera vez la gran muralla que divide a ambas naciones, habiendo aterrizado en un lugar llamado Lagunitas, cerca de Mendoza. A su regreso a Santiago fue recibido con salvas de treinta cañonazos y homenajeado por miles de personas que acudieron a esperarlo a la Estación Central.

El 5 de abril de 1919, el teniente del Ejército de Chile Armando Cortínez Mujica, realiza el primer vuelo de ida y vuelta en un avión Bristol M-1C, a través de la cordillera.

A fines de ese mismo año, el teniente y As del ejército italiano Antonio Locatelli, en un vuelo de largo aliento logra unir Buenos Aires con Santiago de Chile a bordo de un biplano Ansaldo de 220 HP, provocando la natural admiración por la categoría de su raid.

El 10 de febrero de 1920, el francés Fernando Prieur, en un  accidentado vuelo entre Mendoza y Santiago, en un biplano Breguet Renault de 300 HP, es desviado por el mal tiempo hacia el norte y logra descender cerca de Ovalle, siendo conocida su odisea varios días después, cuando ya casi se le consideraba muerto.

Entre 1920 y 1921, tres oficiales del ejército argentino, se ciñen también los laureles de pioneros de esta dura travesía. Fueron ellos Antonio Parodi y Pedro Zanni, quienes utilizando biplanos SVA Ansaldi de 220 HP, similares al de Locatelli, logran hacer la travesía Mendoza – Santiago – Mendoza, sin escalas.

El tercero fue el teniente Vicente Almandos Almonacid, quien en un biplano Spad de 220 HP, logra hacer un vuelo nocturno entre Mendoza y Viña del Mar el 29 de marzo de 1920.

Más la cordillera había sido vencida pero no derrotada. Su mole perpetua sigue ahí, a la espera de nuevas conquistas que se irán sucediendo con los años y en 1921 serán cuatro los aviadores que se internarán por sus contrafuertes, abriéndose un paréntesis el 1° de abril cuando una hermosa y valiente francesita conquistará sus alturas, demostrando que la mujer no estaba exenta de valor para correr los duros riesgos que imponía la aviación de esa época.

La figura de Adrienne Bolland

Al momento de atravesar la cordillera Adrienne ya había cumplido los 25 años. Nacida en Arcueil, Francia el 25 de noviembre de 1895, era la última de una familia de seis hermanos. Sus padres, radicados en Francia, eran originarios de Bélgica.

Al momento de desembarcar en Buenos Aires, ya mostraba un currículum aéreo bastante importante:

Era la primera mujer contratada por la Sociedad de aviones Caudron, en febrero de 1920. La primera mujer en hacer el looping the loop y la segunda mujer en atravesar el canal de la Mancha en avión, hazaña que realizó desde Francia a Inglaterra el 25 de agosto de 1920.

Como puede verse, Mlle. Bolland era una aviadora formada recientemente y sus logros, aunque importantes para una mujer, no tuvieron desde su país la difusión de los años pioneros de la aviación. Había terminado la guerra del 18 y ya eran otras las miradas de la prensa, que más se centraba en las grandes competencias intercontinentales, que en la formación de nuevos valores de la aeronáutica, como era el caso especialísimo de esta aviatriz, que desde su femenino pedestal, desplazaba a la ya desaparecida Raymond de Laroche,  la aviadora pionera a quien la prensa tanto había destacado en sus notas sobre la aeronáutica francesa.

Irónicamente podríamos decir que la pequeña Bolland era una niña de mucha personalidad, decidida, valiente y arriesgada. Para ella no había obstáculos que no pudieran ser vencidos, tanto es así que sus logros los había conseguido en no más de seis meses, gracias a su personalidad y a su empuje por lograr cosas importantes en la vida. Ello nos lleva a recordar a nuestro Dagoberto Godoy, quien desde niño tenía una personalidad definida y era conocido en su familia por sus drásticas determinaciones: “Esto quiero y esto hago”, eran su máxima de vida y así también, al igual que Adrienne,  llegó a cruzar la cordillera de los Andes, a fuerza de empuje y coraje.[1]

El  30 noviembre de 1920, la prensa chilena recibió un cable desde Francia, anunciando que una aviadora francesa efectuaría vuelos en la américa del Sur.

Continuaba el cable fechado el día 29 en París: “La conocida aviadora Adriana Bolland se ha embarcado con destino a Buenos Aires acreditada por el Gobierno Francés”.

En el momento de su partida, según manifestó al corresponsal de la Agencia Havas, la aviadora expresó que experimentaba una gran alegría al poder visitar los países suramericanos, pues deseaba demostrar en una forma práctica la superioridad de la aviación francesa. Agregando que tenía la intención de efectuar en la Argentina vuelos entre ciudades, organizar meetings de aviación y transporte de pasajeros.

Dijo además que se proponía atravesar la Cordillera de los Andes para organizar también en Chile una activa propaganda en favor de la aviación francesa.

El periodista finalizaba la nota expresando que traía consigo una partida de cuatro aeroplanos Breguet de último modelo y cartas de presentación para los funcionarios argentinos. Algo bastante discutible, ya que los aviones embarcados eran sólo dos y de la conocida marca “Caudron”, que eran los que volaba la aviadora desde su formación.

En Chile no se tuvieron más noticias sobre el tema, hasta el día 24 de diciembre en que un cable enviado desde Buenos Aires anunciaba la llegada el día anterior de Mlle. Bolland a bordo del vapor “Lutecia”, destacando que era la primera aviadora que cruzara el Canal de la Mancha, efectuando el looping sobre el mar. Ambas aseveraciones, simples efectos periodísticos de propaganda, para las futuras actuaciones que debería realizar la aviadora en Argentina.

Era destacable el último párrafo en el que se decía que Mlle. Bolland se proponía iniciar inmediatamente los preparativos para atravesar la cordillera de los Andes en un Caudron G 3, algo que se reiteró al día siguiente en un nuevo cable: La aviadora señora Bolland ha manifestado que el primer día que vuele en su pequeño Caudron  de 80 caballos de fuerza, irá a Mendoza y seguirá viaje a Chile, cruzando la cordillera de los Andes en el mismo aparato.

Una broma de inocentes

Lo cierto es que de la pequeña Adrienne  Bolland y sus aciertos aéreos, poco o nada se sabía en nuestro país. Fue por eso que tomando en cuenta las recientes informaciones llegadas del otro lado de la cordillera,  el día 28 de diciembre, conocido en Chile como el “Día de los Inocentes”, el diario “El Mercurio” destacó en una nota de prensa con bajada de títulos de  cinco líneas, en negrita y una crónica a tres columnas; un completo reportaje sobre la travesía que había realizado la “intrépida aviadora francesa Mme. Adrienne Bolland”:

LOS ANDES HAN SIDO VENCIDOS POR SEXTA VEZ


La intrépida aviadora francesa Mme. Adrianne Bolland , cruza la cordillera en la
madrugada de hoy.- Aterriza en forma espléndida en la Escuela de Aeronáutica
Militar.- La máquina con que efectuó el soberbio vuelo.-
Hoy a las 10 visitará nuestra imprenta.- Relatara sus impresiones.-
Completa información del raid

De acuerdo a los antecedentes de la crónica, leída a la rápida desconcertaba a cualquiera. No obstante leyendo con detenimiento no calzaba ninguna de las especificaciones del avión, al que se daba aterrizado a las 5:10 A.M. “frente al almacén técnico de la Escuela”.
Del avión decía que era un Caudron G.3 de “160 HP con motor Hispano Suizo” y otros desatinos inherentes a la fecha.

Resulta fascinante y digno del día de la conquista de la cordillera por la aviadora los detalles del decolage: “Al primer golpe de hélice, el motor “Hispano Suizo” respondió de inmediato y tras cinco minutos de funcionamiento –mientras tomaba el máximo de revoluciones- Madame Bolland ordenó el “laisses-tous”. Eran las 3:15 A.M.

Mientras el Caudron corría velozmente por el campo de arena, la aviadora se despedía de sus amigos que quedaban emocionados y admirando el valor de esta extraordinaria mujer que acometía valientemente la empresa en que  triunfaran nuestros Godoy y Cortínez.

A los 30 metros escasos del punto de partida, madame Bolland con atrevido golpe de timón hizo decolar su máquina, que ascendió casi verticalmente… alcanzando luego de diez minutos la altura de 4.000 metros más o menos y tomó rumbo a Uspallata…

Si bien es cierto, muchos datos no eran verídicos, no son pocos los que al leer esta crónica hoy en día, la creen como real, ya que en pocos párrafos destaca la valentía de la aviadora que en un vuelo nocturno emprendía su valerosa epopeya. Pero hasta ese 28 de diciembre, todo no pasaba de ser una “broma de inocentes”.

Entretanto la aviadora realizaba una muy buena performance de vuelos en Buenos Aires, los que no fueron del conocimiento de la prensa local. Sólo el 1° de marzo de 1921se informó que en esa fecha intentaría hacer un vuelo de seis mil metros de altura, acompañada de un miembro del Aero Club, para que verificara la altura alcanzada. Si la máquina respondía bien, se le agregaría un segundo estanque para intentar el cruce de los Andes.

Por cable de 22 de marzo llegado de Buenos Aires, los santiaguinos se enteraron de que el avión de Mlle. Bolland había sido llevado hasta el aeródromo de los Tamarindos, en Mendoza, con el fin de dejarlo apto para el cruce cordillerano. Los trabajos estaban a cargo del mecánico Du Perrier, quien debía recorrer todo el avión, quien, con el fin de protegerlo había procedido a levantar un cobertizo.

El corresponsal de “La Nacion”, se preocupaba de sacar la primera entrevista sobre el proyectado vuelo:     

 “No necesito decir, comenzó, que estoy realmente encantada de esta ciudad, sobre todo del colosal aspecto de la cordillera. Se admira aquí un paisaje grandioso e imponente. Acerca de la ruta que seguiré ateniéndome a consejos e indicaciones que con toda deferencia me ha suministrado el capitán Parodi, saldré de Mendoza y me dirigiré a Uspallata, siguiendo la línea del ferrocarril; en seguida dejando a la izquierda el cerro de La Plata, enfilaré resueltamente en dirección a Chile.

“Esta ruta es la misma que siguieron los capitanes Zanni y Parodi en sus viajes de ida y vuelta”.

Algunos días más tarde llegaba una nueva información en que se decía que ya se había terminado la preparación del Caudron que serviría para la travesía de la cordillera y sólo se esperaba un momento oportuno para efectuarla.

El día martes 29 de marzo, apareció una crónica más detallada en que se consignaba que esa semana la aviadora intentaría el cruce cordillerano:

“La personalidad de esta joven e intrépida aviadora, es de especial relieve, siendo considerada actualmente en Francia, como la primera figura de la aviación femenina.

Mlle. Bolland ha batido numerosos record en su género, distinguiéndose en algunos concursos por su pericia, y sangre fría para gobernar el avión. Tiene 20 años de edad y es de muy atrayentes facciones”.

Continuaba la información haciendo presente que intentaría la travesía de los Andes por la derecha del Tupungato y que el día jueves realizaría algunas pruebas de altura en el campo de aviación de Mendoza. Por otra parte se encontraba ya en Santiago el mecánico de la aviadora, quien estaba haciendo las gestiones para preparar todo lo concerniente al aterrizaje.

En conocimiento de la tentativa, la Inspección de aviación había dispuesto que una escuadrilla de aviones de la Escuela de Aviación, fuera a la cordillera a esperarla.

Esta Escuadrilla pilotearía máquinas “Avro” y “De Havilland”, debiendo señalarle la ruta de llegada al Aeródromo de El Bosque.

Por su parte los aviadores militares esperaban con gran alegría a la aviadora y sólo deseaban que la prueba fuera realizada con éxito, para tributarle a la distinguida dama una entusiasta recepción el día de su llegada.

Con el fin de tener una mejor orientación, la audaz aviadora había enviado un telegrama a la Escuela de Aviación en los siguientes términos:

“Mendoza.- Cuando parta a Santiago, enviaré telegrama. Me alegraría si aviones chilenos me indicaran ruta a través de los Andes. Recuerdos.- Adriana Bolland.

En respuesta a esa comunicación, el Inspector de Aviación, General  Luis Contreras Sotomayor, dirigió al Cónsul de Chile en Mendoza, el siguiente telegrama:

Consul Chile.-Mendoza.-Ruego decir señorita Bolland, que la ruta del aterrizaje en el aeródromo “El Bosque” estará indicada por las banderas de Francia, Argentina y Chile, enlazadas para recibir a la intrépida aviadora que a este lado de los Andes será escoltada por oficiales alumnos del Curso de Aviación. Sírvase presentarle los saludos y buenos augurios.-General Contreras.

Con estas dos comunicaciones comenzaba a abrirse la ruta. Por un lado estaba el coraje y el deseo de triunfar de una mujer, que con todo el ímpetu de su juventud quería salvar el máximo escollo que separaba a dos países, pero que los acercaba con gestos gloriosos como éste y por el otro lado un General que sin conocerla, la acogía como una más de sus jóvenes aviadores. Tampoco olvidaba que en ese país lejano, la patria de Bolland, se había forjado el crisol de nuestra aviación pionera. Ya, desde ese momento Adrienne podía sentirse acogida y recibir el cálido saludo que desde las nieves cordilleranas le decía ¡Bienvenida a Chile!

A estas alturas, el público se preocupaba de leer las pizarras de los diarios y la prensa de la mañana para saber novedades sobre el anunciado vuelo. El jueves 31 de marzo se daba a conocer que ese día la aviatriz comenzaría sus ensayos, luego de una ligera indisposición de su salud, según informaba el Cónsul de Chile en Mendoza don Filomeno Torres.      

La Inspección de Aviación, con el deseo de darle toda clase de facilidades a la señorita Bolland, hizo unir la línea telegráfica de El Bosque con la Central, ubicada en el corazón de Santiago, a fin de saber inmediatamente la partida desde Mendoza.

Una vez recibida esta noticia saldrían varios aeroplanos con el fin de indicarle la ruta a la Escuela de Aviación. Se supo que varios pilotos habían solicitado la autorización necesaria para ir a buscar a la aviadora a Mendoza, una idea que no tuvo aceptación en el mando.

El jueves 31 realizó la primera tentativa.  Más o menos a las 8 A.M. se elevó en el aeródromo de Mendoza, haciendo un vuelo de larga duración. Alcanzó hasta frente a Uspallata, viéndose obligada regresar a los Tamarindos debido al mal tiempo reinante.

Interrogada la aviadora, después de su vuelo, se mostró muy satisfecha de ese primer ensayo, el que esperaba repetir a la misma hora del día siguiente.

Ese mismo día en la escuela de Aviación se recibió el siguiente telegrama:

“Escuela de Aviación Chilena -El Bosque.-Aviadora Mlle. Bolland, intentó travesía de los Andes alcanzando hasta Uspallata, regresando a Mendoza por mal tiempo.”

En el Aeródromo El Bosque

Con el fin de estar preparados para cualquier contingencia durante el vuelo y el aterrizaje, la Inspección de Aviación, tomaba toda clase de medidas para facilitar en lo posible el aterrizaje de la aviadora en la Escuela de Aviación.

Aprovechando los vuelos de instrucción que efectuaban diariamente los oficiales aviadores chilenos y cuando se supo que Mlle. Bolland hacía su vuelo de ensayo en Mendoza, se ordenó que de las bandadas se disgregaran tres aparatos a fin de internarse en la cordillera.

Con este motivo, el capitán Barahona, en una máquina De Havilland y llevando como pasajero al piloto teniente Miranda, se internó en el cajón del Mapocho, elevándose a más de cuatro mil metros de altura.

Otra máquina De Havilland, con el mismo fin y piloteada por el teniente Horacio Díaz Garcés, llevando como pasajero al ayudante del curso de artillería capitán Tobías Barros, se internó en la cordillera. La misma orden recibió el piloto guardiamarina Alfredo Caces, que piloteaba una máquina Scout y llevaba como pasajero al teniente Alarcón.

Luego de haber conocido el desistimiento de la travesía el día anterior, el sábado 1° de abril estaba todo dispuesto en la Escuela de Aviación para brindar un buen recibimiento a la heroína del aire, que de seguro pondría ruedas en el aeródromo de Lo Espejo[2] ese día.   .  

Partida de Mendoza

Desde la madrugada, en el campo de aviación de los Tamarindos hubo gran movimiento con el fin de preparar el aeroplano de la señorita Bolland y dejarlo en condiciones de soportar la dura prueba a la que se le sometería.

A las 06.35 A.M. hora argentina, la aviadora dio orden de largar, tomando inmediatamente la altura que ella consideraba necesaria para poder efectuar la travesía de la cordillera.

En los momentos que ella se elevaba, el jefe de mecánicos René Duperrier envió a la Escuela de Aviación el siguiente telegrama:

Escuela de Aviación.-El Bosque.-A las 6.35 salió a Santiago Mlle, Bolland, para llevar un cariñoso saludo al noble pueblo de Chile, a su Ejército y a sus autoridades.- René Duperrier, mecánico.”

Este telegrama fue recibido en El bosque a las 07,10 A.M.

Faltando un cuarto para las nueve, una segunda comunicación telegráfica hizo saber que la aviadora pasaba por Puente del Inca, más o menos a 80 kilómetros de la cumbre.

El Cable Central, a las 9 menos 5 minutos, avisaba que pasaba por Las cuevas. A las 9,10 por Juncal y a las 9,30 por San Felipe.

En la Escuela de Aviación

Inmediatamente que se supo en la Escuela de Aviación, la noticia que Mlle. Adrianne Bolland había atravesado los Andes, el General  Contreras ordenó que salieran varios aeroplanos con el objetivo de guiar a la aviadora.

Al instante, el capitán  Armando Castro, en un Scout tomó altura, internándose en la cordillera. Hizo lo mismo el teniente 2° Marín, de la Armada, piloteando un De Havilland y el Guardiamarina Alfredo Caces, en otra máquina Scout.

Faltando pocos momentos para la llegada de la aviadora, el general Contreras salió a encontrarla en un aparato Avro, piloteado por el mayor Scott.

La travesía

Inmediatamente que decoló en Mendoza,  la aviadora tomó una altura mayor de 4.000 metros, en dirección a Uspallata, pero al llegar a estos cordones de montañas se encontró con una verdadera muralla nevada. Ante este obstáculo hizo un viraje con el objeto de tomar más altura para poder vencerlo, pero esto fue inútil, viéndose obligada a repetir la misma maniobra.

En esta segunda tentativa vio una abertura capaz de dar paso a su máquina, la que aprovechó pudiendo de esta manera pasar a este lado de la cordillera.

La aviadora se guió por los rieles del ferrocarril transandino hasta Las cuevas. En este punto los perdió de vista, tomando la dirección sur. Esto explica por qué los primeros aviones chilenos que salieron a su encuentro con el fin de señalarle la ruta hacia la Escuela de Aviación, no pudieran encontrarla en su camino.

La llegada

Eran más o menos las 10 de la mañana, cuando el numeroso público que anhelaba con ansias la llegada de la intrépida aviadora, divisó la débil silueta de un aparato que se acercaba en dirección al campo de aviación. Grandes exclamaciones de alegría se dejaron oír. Todo el mundo corría en dirección del campo de aterrizaje, para no dejar escapar el menor detalle de esta magna prueba que realizaba con tanta pericia y maestría Mlle. Bolland.

Ya sobre el campo de aterrizaje que se le tenía preparado con anticipación y que estaba indicado con banderas francesas, chilenas y argentinas, Mlle. Bolland hizo unos hermosos vuelos alrededor de la cancha, en medio de los aplausos calurosos de los asistentes, que saludaban así a la audaz vencedora del macizo de los Andes.

El aterrizaje fue hecho en forma magistral, frente a la bandera francesa, poniendo de manifiesto una vez más su pericia. Los aplausos y vivas se sucedieron sin cesar.

Inmediatamente que el motor del “Caudron” concluyó de funcionar, el inmenso gentío que ya tenía completamente invadida la cancha, se apresuró a sacar en medio de los más cariñosos aplausos y de las manifestaciones más profundas de simpatía y de cariño a la valiente aviadora, que añadía con esta arriesgada prueba un laurel y una gloria más a su patria.

Al mismo tiempo, la banda del Regimiento Ferrocarrileros ejecutaba La Marsellesa, la que despertó en el ánimo de los presentes un entusiasmo increíble.

Mientras tanto, abriéndose paso en medio de la compacta masa humana, que había logrado rodearla, llegaban a presentarle los saludos y felicitaciones numerosas y distinguidas personalidades del Ejército, de nuestro mundo social y del público que allí se había reunido.

La aviadora totalmente entumecida fue descendida en brazos, en medio de un gran entusiasmo y aplauso por los oficiales de la Escuela de Aeronáutica Militar, quienes en seguida, y a petición suya, la acompañaron hasta una de las dependencias  del establecimiento, donde después de lavarse y quitarse parte de la indumentaria con que hizo la travesía, descansó cerca de una hora para trasladarse finalmente a Santiago.

Mlle. Bolland traía la vista irritada a consecuencia de haber perdido los anteojos al iniciar su vuelo para atravesar la cordillera. En la Escuela se le suministró algunos remedios para reducirle la afección.

En un automóvil Mlle. Bolland fue trasladada desde la Escuela de Aviación a la ciudad. Por su parte los aviadores militares en homenaje a tan ilustre visitante, hicieron en la tarde algunos vuelos sobre Santiago.

De acuerdo a sus declaraciones preliminares, se estimaba que días más tarde la aviadora  intentaría el raid Santiago-Mendoza y que una vez  cumplidos sus  compromisos en argentina, se trasladaría a Chile y permanecería alrededor de un mes en el país.

Intercambio de Telegramas

El Inspector General de aviación, general Contreras Sotomayor, a la llegada de Mlle. Bolland, envió al Presidente de la República el siguiente telegrama:

“A S.E. el presidente de la República. Aviadora señorita Bolland salió a las 6,35 .m. hora argentina, desde Mendoza. Aterrizó sin novedad a las 10,10 A.m. en este aeródromo. Me pide transmitir a S.E. su primer y afectuoso saludo.- General Contreras”

El Presidente contestó con el siguiente:

“General Contreras.- Cantón Aviación El bosque.- Felicito sinceramente a la señorita Bolland por la acción tan valiente que acaba de ejecutar, que la honra a ella y a su raza y retribúyale cordialmente su afectuoso saludo.- Arturo Alessandri”

El Inspector de Aviación envió al Ministro de Guerra señor Carlos Silva Cruz, quien se encontraba hospitalizado, el telegrama a continuación:

“Ministro de Guerra.-Hospital Salvador.-Santiago.- A las 10:10 A.M. acaba de aterrizar en este aeródromo la aviadora señorita Bolland. Pide saludo a V.S. y agradecer envío aviones chilenos a señalarle ruta a El Bosque.- General contreras.

El Ministro de la Guerra contestó en esta forma:

“General Contreras.-Cantón Aviación.-Santiago.-Felicito calurosamente a señorita Bolland por feliz travesía cordillera y agradézcole su atento saludo. Sírvase usted dispensarle toda clase de atenciones y proporcionarle facilidades que solicite.-Carlos Silva Cruz”.

El ministro de Francia recibió el telegrama siguiente del general Contreras:

“Excmo. Señor Ministro de Francia.-Santiago.-Presento a V.E. mis congratulaciones por triunfo aviación francesa que importa el éxito alcanzado por la intrépida aviadora señorita Bolland. Aviación chilena se siente honrada por haberla recibido, prodigándosele sus más expresivos afectos.-General Contreras”

Como se ha dicho la señorita Bolland fue llevada al centro de la capital, donde su mecánico previamente le había conseguido hospedaje, manifestando que recibiría a la prensa y amistades después de las seis de la tarde.

A la hora fijada, la casa residencial donde se hospedaba, estaba invadida por distinguidos miembros de la colonia francesa residente, altos jefes militares, periodistas, y otras personalidades que habían acudido a saludarla. Diseminados por el piso y sobre los muebles,  se encontraban numerosos canastillos de flores, enviados por distinguidas damas de nuestra sociedad y de la colonia francesa.

 Mlle. Bolland departía amablemente con el señor Ministro de Francia, quien no había concurrido a esperarla al aeródromo pues creía que lo de la travesía era una broma, ya que en Francia el 1° de abril es el tradicional día de intercambio de bromas, el que es conocido como “Poison d’avril” (veneno de abril).

“La Nación” informaba al otro día en su crónica: La señorita Bolland vestía, en esos momentos, su indumentaria de aviadora, despojada, por cierto, de todos los arreos necesarios para realizar un largo vuelo, llevaba un correcto pantalón negro y una especie de dalmática chinesca que daba especial realce a su físico esbelto y delicado. Al contemplar la figura de la señorita Bolland, parece imposible que una mujer como ella y de su edad, pudiera realizar la temeraria empresa que acaba de ver coronada con el éxito más completo.

Interrogada por nosotros, respecto a su hermoso vuelo sobre la cordillera, la señorita Bolland nos declara con encantadora sencillez:

Debo empezar por declararles que yo no había volado jamás sobre montañas. Sin embargo, como ustedes saben, mi vuelo sobre la cordillera de los Andes, era uno de mis más ardientes anhelos de aviadora.

En pocas palabras puedo relatarles mi reciente vuelo. Pues bien, partí de Mendoza a las 6:35 de la mañana, hora Argentina, minutos después del “decollage” y cuando comenzaba a tomar altura, se me salieron los anteojos, de modo  que he debido efectuar todo el recorrido sin ellos… el buen tiempo reinante me alentó para proseguir la tentativa, a pesar de esta pérdida que me ocasionó bastante daño en los ojos, como ustedes habrán notado. Seguí, pues, tomando altura y avanzando  sin inconveniente. Pero al llegar a Uspallata, llegué a temer que no podría seguir, pues, una enorme mole de nieve amenazaba interceptarme el paso. Para salvarla debía tomar altura con mucha rapidez. Deshice con  este fin, por dos veces, parte del camino hecho y como no lograra la altura necesaria con la rapidez que era menester, salvé esa muralla de nieve pasando con mi máquina por un pequeño claro que oportunamente descubrí en la mole de nieve.

La primera parte del vuelo la efectué siguiendo la línea transandina, no así la última, pues hubo un momento en que la perdí de vista. Llegué a Lo Espejo a las 10:10 hora chilena. Pude hacer el recorrido con mayor velocidad, pero preferí imprimir a mi máquina un tren más o menos lento”.

La interrogamos en seguida, respecto a su regreso; a lo que Mlle. Bolland nos contesta:

-Por ahora, permaneceré  sólo unos cuatro o cinco días en Santiago. Ya ven ustedes nos dice sonriendo, no tengo más ropa que la puesta y esto no es muy a propósito para salir a la calle…

En seguida, en tono amable y regocijado nos dice:

-Uno de mis mecánicos debe llegar aquí el lunes, trayendo parte de mi equipaje. Yo regresaré a Buenos Aires, probablemente el día siguiente, pues tengo contratos que cumplir y que tuve la precaución de firmar, antes de aventurarme sobre la hermosa cordillera de los Andes… como tengo otros aparatos en Argentina, dejaré aquí el Caudrón en que me vine y tendré el gusto de volver  dentro de algunas semanas a Chile para realizar aquí algunas exhibiciones.

En este momento entregaron a Mlle. Bolland una tarjeta de felicitación del Ministro de Belgica. La señorita Bolland, al imponerse de ella, dijo, dando muestras de viva satisfacción:

-Es particularmente simpática para mí esta felicitación de Mr. Charmanne. Mi padre era belga, naturalizado en Francia.

Al despedirnos Mlle. Bolland, tuvo la gentileza de poner en nuestras manos un atento aútógrafo para “La Nación”. 

La revista Zig-Zag envió a Elvira Santa Cruz Ossa, escritora, periodista, feminista y poeta, más conocida como Roxane, a efectuar la entrevista de rigor a la aviadora francesa, quien inició su nota con un proverbio de Víctor Hugo, en riguroso francés:

“Soyez comme Toiseau possé pour un instant sur des rameaux trop frélos.

Qui sent ployer la branche et qui chant pourtant sachant qu”il a des alles”.[3]

Seguía la entrevista:

“Buscamos a la intrépida aviadora, no entre las máquinas, amarras y cordeles de un campo de aviación, sino en la intimidad de su improvisado hogar.

Una curiosidad muy femenina si se quiere, nos movía a escudriñar la vida íntima, la vida espiritual, por decirlo así, de la valerosa niña que, sin alarde ni estruendosa reclame, juguetona y risueña, aventajaba en su vuelo gigante a los cóndores andinos.

Su odisea significaba un triunfo para el feminismo y se me ocurría que una parcela de esa gloria caía sobre todas la mujeres que pedimos espacio para soñar y alas para remontar el vuelo de nuestros espíritus…

La encontramos en una salita engalanada con ramilletes y canastillos de flores; su traje no tiene de masculino sino el pantalón de seda negra; realza su fina silueta una blusa de colores chinescos y sus desnudos pies posa sobre diminutas babuchas, como si aún jugara con ella el viento cordillerano aureola un rostro agraciado en el cual brillan dos ojos grandes negros llenos del dulzura e inteligencia.

Mlle. Adrienne nos recibe amablemente y después de cambiar las convencionales frases de presentación iniciamos nuestra entrevista.

-Nací en París y he vivido allí los 23 años de mi vida.

-Nos dice la encantadora gamine[4] parisiense, soy una independiente, una de esas de las nuevas mujeres de la generación que ambicionan hacer su vida por sí mismas, ganándosela por su propio esfuerzo, con sus propias alas.

-Las suyas son gigantes…

-Pero mucho costó para que ellas crecieran. Mamá no quería ni oír hablar de aviación y me negaba el permiso para efectuar mi aprendizaje… Sin embargo yo sentía que esa era mi vocación… Durante la guerra pensé mucho en la manera de ayudar a mi patria y siempre tuve la idea de ser aviadora… Sólo después de paz pude realizar mi sueño y hace ya catorce meses que soy piloto de la Casa Caudron, a ella pertenecen los biplanos que uso. ¿Ha visto Ud. algo más liviano y perfecto?

Mi avión es el último modelo tipo G. 3, de 80 H. P.

-¿Y nunca ha tenido miedo?

-Jamás…

-Es Ud. como el Caballero Bayardo, sin miedo y…

-Pero no sin reproches, porque los hube de soportar, y muy duros, de toda mi familia. Ahora no tanto, porque como mi locura ha sido coronada por el éxito…

-Lo de siempre –interrumpo yo espontáneamente; es difícil echar por tierra este prejuicio contra el feminismo, pero luego que la mujer surge, sólo encuentra admiradores a su paso… Son los viejos moldes que resisten todavía a su completa demolición…

-¿Usted viaja sola?

-Sin “dame de compagnie”, quiere usted decir?  ¡Oh, sí!, y alojo en los campamentos de aviación. En Los Tamarindos dormí, sin más techo que el cielo azul tachonado de estrellas, cerca de los aviadores y mecánicos que me acompañaban. Recuerdo que la noche antes de cruzar los Andes, fue mi sueño muy pesado y tranquilo; mi mecánico tuvo que remecerme fuertemente para que pudiera despertar; entre todos me ayudaron a vestir el grueso abrigo de piel y el calzado también forrado en piel, y, por último, me cogieron en brazos, medio dormida aún, y me depositaron sobre el avión. Así emprendí mi viaje a Chile, dulcemente, serenamente…

Yo sólo había volado en plano y anhelaba remontar mi vuelo hacia las altas montañas. ¡Oh, el majestuoso espectáculo de esos picachos andinos, y cuanta emoción sentía yo cuando mi avión se levantaba más y más para pasar sobre las cumbres!

-¿No sintió usted un vértigo, algún desvanecimiento?

-¡Oh, no!

Sentía una sensación de paz inaudita y una convicción profunda, supersticiosa casi, de que realizaría el viaje con, felicidad. Yo soy una creyente Roxana, tal vez no muy practicante, pero sí muy confiada en Dios. Desde que decidí efectuar este viaje sentía una voz interior que me decía: Anda, Dios te protege”… Le aseguro que cuando divisé los campos verdes de Chile, sus vertientes y las primeras habitaciones de este lado de la cordillera, experimenté la más grande emoción de mi vida… Una emoción que acaso jamás experimente el chileno más patriota al volver a ver de nuevo su querido Chile.

-Es usted de la raza de Juana de Arco.

-¡Oh, no,!, responde modestamente la encantadora joven,

-No puedo compararme con nuestra gran heroína; pero llevo sobre mi pecho una medalla con su efigie, y estoy segura de que la santa me ha protegido. Además yo creo que cuando una persona quiere con toda su alma realizar una idea, siempre la lleva a feliz término; lo primero es querer, tener voluntad firme…

A mí todo me ha resultado fácil, porque he tenido firmeza y mucha fe en el buen Dios.

Por eso al elevarme sobre las altas cumbres me parecía que un poder invisible me guiaba y me sentía como mecida en el espacio sobre mi querido juguete…

Le recordábamos que un diario de Santiago dio el 28 de diciembre de 1920, como broma de inocentes, su travesía de la cordillera.

-Y, cabalmente, la he atravesado en el día en que los franceses hacemos estas bromas, estas bromas de inocentes. Si hubiera fracasado, habría sido un verdadero “Poisson d’avril”. El triunfo ha puesto en los ojos de la aviadora un destello especial; sus piececitos desnudos se mueven inquietos en las babuchas, y cualquier visionario aseguraría que en sus talones rosados asomaban las alitas mitológicas.

Al despedirnos de la intrépida aviadora, ella nos asegura que regresará en breve, a fin de efectuar su travesía aérea de regreso…

-Me fastidia el viaje por tierra.

–nos dice con un gesto de nena regalona,

-y esas largas horas en el ferrocarril transandino… Tanto mejor sería tomar la vía aérea y cuanto más rápido… En mi próximo viaje permaneceré un mes entre ustedes, en este país tan hermoso y pintoresco.

Nos alejamos comentando la interesante personalidad de Mlle Adrienne Bolland, que ha sabido aunar el valor masculino a la gracia y gentileza de la más refinada y culta dama”.

Visita al Ministro de Guerra

Acompañada de la señorita María Contreras Daza y de un oficial de la Escuela de Aviación, Mlle. Bolland  visitó al Ministro de Guerra, que se encontraba hospitalizado en el pensionado del Salvador.
Mlle. Bolland fue recibida con cordiales frases por el Ministro el cual le exteriorizó en forma gentil su gran admiración por la cultura francesa y la satisfacción por ver en ella una afirmación de las bellas prendas de carácter que adornan a la mujer francesa.

Al mismo tiempo el ministro le manifestó que su estado de su salud no le impediría tener la satisfacción de firmar el diploma por el cual el Gobierno ha acordado otorgarle la Medalla al Mérito, distinción que sólo se ha concedido a determinadas figuras femeninas. 

Con gran facilidad y derroche de cordialidad, Mlle Bolland hizo al Ministro la relación detallada de su viaje.

“Hubo ciertos momentos, dijo, en que de buenas ganas hubiera aterrizado en plena cordillera. Tan bello era el paisaje. Esto me sucedió sobre todo al pasar la Laguna del Inca, momento en que sentí irresistibles deseos de pasar rozando el agua que brillaba como un espejo a la luz de la mañana. A riesgo de perder velocidad descendí hasta estar a 50 metros, más o menos, del agua. Yo comprendí perfectamente que con esto ocurría un grave riesgo, pero la tentación era tal que me costó gran trabajo decidirme a seguir sin detenerme en ese hermoso lugar.

6
Adrienne Bolland

Cuando traspuse los últimos contrafuertes de la cordillera y después de volar un rato sobre el valle central divisé Santiago, visión que superó enormemente la idea que yo me había formado de ella. Esta fue tal vez la etapa más difícil de mi raid.

El grandioso espectáculo de la ciudad, amplia y de calles rectas, recostada sobre la falda de unos cerros completamente verdes, no la olvidaré tan fácilmente y sentí profundamente no aterrizar en ella, pues tenía verdadera impaciencia por conocerla.

El Ministro de Guerra reiteró a Mlle. Bolland su satisfacción por el feliz coronamiento de esta hazaña y añadió que al saludarla, consideraba que saludaba a toda la nación francesa.

En estos momentos, numerosas monjas del Hospital, de nacionalidad francesa, saludaron efusivamente a Mlle. Bolland, invitándola a visitar sus dependencias.

En efecto, las monjas la guiaron a través de todo el vasto establecimiento, manifestando la aviadora su buena impresión por el buen pie en que se encontraba ese establecimiento de bien público. 

Visita al Presidente

Después de esa visita Mlle. Bolland recorrió en automóvil la ciudad, visitando el cerro Santa Lucia y algunos otros paseos dirigiéndose después a la Casa de Gobierno con el objeto de presentar sus saludos al Presidente.

Fue recibida atentamente, entablándose una conversación familiar en la que Mlle. Bolland puso de relieve nuevamente su cautivadora conversación y belleza femenina. El presidente de la República, al igual que el Ministro de Guerra, felicitó a la aviadora por su audacia y pericia y le dio a conocer oficialmente la resolución del gobierno de otorgarle la Medalla al Mérito, gesto que la aviadora agradeció con mucho aprecio. Después de retirarse de la Presidencia, Mlle. Bolland se dirigió a su residencia a descansar.

El sesquiplano Caudron

El aparato en que hizo la travesía de la cordillera Mlle. Bolland fue objeto de la curiosidad de numerosas personas que durante el día visitaron la Escuela de Aviación. El sesquiplano fue mantenido en el centro del hangar, cubierto por las banderas chilena, argentina y francesa.

Además fue cuidadosamente revisado por el personal de mecánicos de la maestranza de la Escuela, con el fin de dejarlo en buenas condiciones para las volaciones que efectuaría la aviadora en los días siguientes.

En el Círculo Francés

Más a menos a las seis de la tarde la aviadora fue recibida en el Club Francés por el Ministro de Francia en Chile, por el Ministro de Bélgica, por el presidente de la colonia, señor De La Taille; por el señor Broquart, en representación del señor Burgalat, presidente del Club Francés y por el señor René Gorichón, presidente de “Unión des Combattants”.

El local del Círculo se encontraba ocupado por una numerosa concurrencia, que llenaba por completo sus aposentadurías. Entre los asistentes se podía observar a numerosos pilotos de la aviación militar, que habían asistido especialmente invitados por el Directorio del Círculo.

Cuando hizo su ingreso Mlle. Bolland, la banda de los Talleres de San Vicente de Paul, arrancó con los sones de La Marsellesa, ejecutando a su término nuestra Canción nacional.

Hizo uso de la palabra y ofreció la manifestación a la señorita Bolland el Ministro de Francia, quien, en una de las partes de su discurso, dijo que abogaba por que se diera el nombre de ella a un avión militar francés.

Luego un representante del Gobierno hizo entrega a la pequeña aviadora de la “Medalla Al Mérito de 2ª. Clase”,  que el Gobierno había acordado entregarle por su valiente y temeraria acción, junto con el diploma respectivo, que el Estado de Chile concedía en casos especiales, generalmente a diplomáticos o personalidades distinguidas. 

A continuación hicieron uso de la palabra el señor J. Vivent, presidente de la colonia, el señor Gastón Burgalat, el señor René Gorichón y el coronel retirado de nuestro Ejército señor Agustín Echeverría.

Poco antes de las 8 P.M., la señorita Bolland se retiró del Círculo para dirigirse a la residencial, donde se hospedaba.

Bautizo de El Ferroviario

Por esos días se encontraba en Chile una delegación argentina de ferroviarios que venían a asociarse a las grandes fiestas que había organizado la Asociación Ferroviaria de Chile, con motivo de la celebración de las bodas de oro del empleado Manuel A. Marín, que cumplía cincuenta años de servicios en la Empresa y con motivo, además de la conmemoración del primer aniversario de la fundación de la Asociación de Ferroviarios Chilenos.

En realidad esto no habría tenido nada que ver con Mlle. Bolland, pero los ferroviarios habían sido parte importante de una campaña aérea realizada el año anterior, con el fin de poder adquirir aviones para la aviación militar. Esta campaña había sido muy exitosa y los obreros ferroviarios habían sido los máximos donantes, con cuyos fondos se compró uno de los aviones, al que se le llamó “El Ferroviario”.

 El bautizo tuvo lugar en la Escuela de Aviación, con la presencia del Presidente don Arturo Alessandri Palma y a cuya ceremonia concurrió especialmente invitada Mlle. Bolland, a quien los ferroviarios regalaron un gran canastillo de flores, agradeciendo con ello su gentil presencia. Luego de la ceremonia religiosa, el recién bautizado “Ferroviario” fue puesto en la línea de vuelo y a su vera el Caudron de la aviadora francesa, los que junto a otros aviones de la Escuela, mantuvieron la expectación de los presentes con intrépidas evoluciones por alrededor de media hora.    

Felicitaciones a la Aviadora

Durante su estada en Santiago, Mlle. Bolland recibió centenares de felicitaciones por su hazaña. Algunos de estos telegramas han quedado en los archivos de la prensa nacional:

“Buenos Aires.-Mademoiselle Bolland.- Santiago: Mis más sinceras y cordiales manifestaciones por su magnífica hazaña.-Claussen, Ministro Francés”.

“El Palomar.-Mademoiselle Adrianne Bolland.-Santiago.-: Con gran placer me entero de éxito completo de vuestra travesía efectuada con la fe inquebrantable de vencer y con la rara energía de los elegidos y al enviarle mis mejores felicitaciones, hago votos por la prosperidad y gloria de vuestra noble Francia que sabe producir tan grandes mujeres.-Mayor Brihuela. Escuela militar de Aviación”.

“El Bosque. 1° de abril 1921.-Coronel director aviación Argentina.-Buenos Aires. En este Aeródromo a horas10 y 10 aterrizó sin novedad intrépida aviadora señorita Bolland, quien nos trae con su triunfo para la aviación francesa, el saludo de la Aviación Argentina que correspondemos fraternalmente.-General contreras.”

“El Palomar 1° de abril de 1921.-General Contreras, Inspector de Aeronáutica.-Santiago: Agradezco comunicación llegada aviadora Bolland y términos afectuosos nuestra aviación.-José Crespo, mayor, director accidental Servicio Aeronáutico del Ejército”.

Comunicaciones al Ministro de Aviación de Francia

El Ministro de Guerra Carlos Silva Cruz, dirigió al ministro de Aviación de Francia, el siguiente cable, con motivo de la travesía de los Andes por Mlle. Bolland:

“Ministro Aviación.-París. Hoy he tenido el honor de ser visitado por Mlle. Bolland, la aviadora francesa que acaba de llegar a nuestro país por el camino aéreo, después de haber sobrepasado las imponentes cimas de las cordilleras nevadas en un pequeño Caudron. Es la primera mujer que ha alcanzado la conquista de las más altas montañas conquistando al mismo tiempo la admiración de todos aquellos que ven en ella el valor sereno y sonriente. He saludado en ella a la Francia siempre audaz y siempre heroica y me apresuro a felicitar, por vuestro intermedio, al país que engendra a semejantes jóvenes. C. Silva Cruz. Ministro de la Guerra”.

La venta del Caudron

Antes de irse de irse de Chile, el representante de Mlle. Bolland, el mecánico Fernando Mutt, vendió el Caudron a Diógenes Valenzuela Olivos, en la suma de cinco mil pesos, quien se asoció con el aviador italiano Mario Pozzati, con quien formaron la “Sociedad Nacional de Aviación”.

Luego de hacer varias reparaciones al viejo aparato, Pozzati inició una serie de vuelos populares en el aeródromo de El Bosque y más tarde en un terreno baldío de la calle Antonio Varas.

El pequeño aparato sirvió de apoyo a la Sociedad durante unos dos años, hasta que finalmente durante un vuelo del aviador Pozzati, debió hacer un aterrizaje de emergencia sobre una viña en los alrededores de la capital, donde quedaron los restos de la máquina, en pago de los daños causados.    

La Nación 10 de abril de 1921:

Las últimas noticias que se tuvieron en chile sobre las repercusiones de este vuelo, aparecieron en la prensa el 10 de abril y hablaban sobre la calurosa recepción de la aviadora por un expresivo público bonaerense:

Buenos Aires 9.- Recepción de Mademoiselle bolland.-La aviadora francesa Mlle. Bolland fue objeto de una imponente manifestación a su llegada a esta capital.

La policía fue impotente para contener la multitud que vitoreaba a la aviadora, quien agradecía las aclamaciones y las flores que, de todas partes, caían sobre ellas.

Para dirigirse al centro de la ciudad avanzó entre lo aplausos de la multitud, la calle Florida en dirección a San Martín, seguida de una infinidad de personas.

Visitas de Rememoración Histórica

Con el paso de los años, la Heroína de los Andes  viajó dos veces a Chile. La primera vez fue el 31 de marzo de 1961, con motivo de cumplirse 40 años de su histórico vuelo, oportunidad en que arribó con su esposo Ernest Vinchon, a Buenos Aires y luego de pasar por Mendoza, el 3 de abril se embarcó en un DC-6B de Lan, con rumbo a Santiago de Chile, donde fue recibida con gran aprecio por las autoridades aeronáuticas.

La segunda vez fue a fines de marzo de 1971, con motivo de cumplirse el 50° Aniversario de su hazaña aérea, luego de haber llegado a Buenos Aires,  desde donde voló a Mendoza. Allí se embarcó en un Boeing 747 con destino a Santiago.

En Chile le esperaba una cálida recepción por parte la Fuerza Aérea, el Círculo de Precursores de la Aviación, la Federación Aérea y otras entidades.

Los actos comenzaron con una ceremonia en los jardines del Museo Aeronáutico y continuaron en la Escuela de Aviación, donde fue saludada por el Alto Mando de la FACH y por el General Armando Castro, quien en 1921, siendo capitán, le correspondió escoltarla hasta El Bosque.

El presidente del Círculo de Precursores le hizo entrega de la Insignia de Oro del Círculo, en tanto la Federación Aérea de Chile la distinguió con una Medalla de Plata y un Diploma en recuerdo de su hazaña del año 1921. Allí la ilustre visitante procedió a colocar una ofrenda floral en el monumento al General Dagoberto Godoy, quien fuera el primer conquistador del ande en avión, por las altas cumbres, el 12 de diciembre de 1918.

Posteriormente el Sr. Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, General del Aire don César Ruiz Danyou, ofreció un cóctel en su honor en el Casino de Oficiales, compartiendo más tarde con las mujeres aviadoras de los clubes aéreos del país, entre las que se encontraba nuestra conocida aviadora Margot Duhalde, gran amiga de Mlle. Bolland, a quienes unía una larga amistad, sellada por el conocido hecho de que Margot fue la única mujer piloto enlistada en las Fuerzas Francesas Libres, con motivo de la Segunda Guerra Mundial.  

Fue su última visita a nuestro país. Su fallecimiento se produjo a los 80 años de edad en la Villa Donnery, departamento Loiret, Orleans, el 18 de marzo de 1975.

Una placa en la comuna de La Cisterna

Con motivo de cumplirse un nuevo aniversario de la toma de la Bastilla, el 14 de julio del año 1975, el Alcalde de la comuna de La Cisterna Jaime Gálvez Olmos, Suboficial Mayor en retiro de la FACH, organizó una ceremonia en honor de tres aviadores franceses de renombre y que habían estado en vuelo en nuestro país. A este acto concurrió el Embajador de Francia don René Lustig y un representante de Air France.

En este acto se bautizaron tres calles de la Comuna, la primera con el nombre de la pionera del cruce cordillerano “Mme. Adrienne Bolland”, la segunda “Piloto Guillaumet”, por Henri Guillaumet, uno de los compañeros del legendario Jean Mermoz en la Aeropostal y “Saint-Exupery”, por el aviador Antoine de Saint-Exupéry, quien además de sus virtudes literarias fue un destacado pionero del correo aéreo de la empresa Latecoere en la Argentina.


Matasellado del 95° Aniversario del Cruce Aéreo de los Andes  por Mlle. Bolland

El Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas de Chile, desde su creación ha recordado esta importante fecha, destacando la celebrada con motivo de la Conmemoración del 95º aniversario, que tuvo lugar el jueves 28 de abril de 2016,  en las dependencias del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio de Chile, donde se recordaron los pormenores  la gran hazaña efectuada por la aviadora francesa, Mlle. Adrienne Bolland.

En dicha ceremonia estuvo presente la señora Subsecretaria para las Fuerzas Armadas y Ministra de Defensa subrogante, Paulina Vodanovic Rojas, el Director del Museo Nacional Aeronáutico y del Espacio, General de Aviación don Ricardo Gutiérrez Alfaro, el Presidente del Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile, don Norberto Traub Gainsborg. el General de Aviación don Lorenzo Villalón del Fierro, Jefe del Estado Mayor General de la FACh, en su rol de Comandante en Jefe Subrogante; el Director de Planificación y Doctrina, General de Brigada Aérea (A) Jorge Gebauer Bittner; el Director de Operaciones, General de Brigada Aérea (A) Albert Widmer Thomas; Alumnas y Cadetes de las Escuelas Matrices de la Institución aérea de Chile y una nutrida delegación del Ejército y Armada, quienes se hicieron presentes con pilotos y personal de aviación femenino; además de distinguidas personalidades del ámbito aeronáutico nacional e invitados especiales de Argentina, Francia y Chile.

Tras la bienvenida que dirigiera a los asistentes el Director del Museo, General de Aviación don Ricardo Gutiérrez Alfaro, el Presidente del Instituto de Investigaciones Histórico-Aeronáuticas de Chile, don Norberto Traub Gainsborg, realizó una reseña biográfica y del vuelo que realizara Adrienne Bolland en su frágil Caudron G-3, avión con el que cual realizó su histórica travesía, destacando el legado aéreo de esta histórica fecha.

A continuación el señor Traub solicitó la intervención de la distinguida aviadora chilena, señora Margot Duhalde Sotomayor, quien fuera oficial piloto por las Fuerzas Francesas Libres durante la Segunda Guerra Mundial y que compartiera amistad con Adrienne Bolland por varios años.

Luego se invitó a autoridades presentes a matasellar algunos sobres conmemorativos en recuerdo de la hazaña de Bolland, ocasión en la que fuera entregado como obsequio a los presentes el referido sobre conmemorativo con el Matasello especial de CorreosChile y un magnífico libro digital, con la historia de Adrienne Bolland y su trayectoria aeronáutica, obra de la escritora francesa, Coline Béry, quien gentilmente  facilitó los derechos de difusión para esta especial ceremonia.

—o0o—

BIBLIOGRAFÍA:

Coline Béry, “Adrienne Bolland, iu les ailes de la liberté”, Ed. Le Passeur, Francia, 2016
Duhalde, Margot “Mujer Alada” Fund. Arturo Merino Benítez, Chile 2006.
Flores Álvarez, Enrique “Historia Aeronáutica de Chile”, Chile, 1950
Silva Valdés, Magdalena “Margot Duhalde Aviadora”, Imp Alborada, Chile 1991
Alarcón, Héctor. “Cóndor de los Andes”, Imp. Salesianos, Chile, 2010
Diario “El Mercurio”, varias ediciones
Diario “La Nación”, varas ediciones
Revista “Ercilla”, varias ediciones
Revista Fuerza Aérea de Chile N° 187, de 1989
Revista Zig-Zag, varias ediciones
Círculo de Precursores de la aviación Chilena, Circular de 12 marzo 1971
Bataggion, Mario “La Diosa de los Andes Adrienne Bolland”, en Revista argentina LV N° 11, de 2005

Internet:


[1] Alarcón, H. Cóndor de los Andes, Salesianos, Chile, 2010.

[2] En esos años el aeródromo de la Escuela de Aviación recibía indistintamente los nombres de “Lo Espejo” o “El Bosque”. 

[3] Sé como el pájaro, mesurado por un instante, que siente la rama al doblarse, pero que en todo caso canta, sabiendo que tiene las alas.»

[4] Chiquilla, niña

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

Ver todas las entradas de Héctor Alarcón Carrasco →