Selva Oscura es un poblado que pertenece a la comuna de Victoria, ubicado a 30 kms. en la Región de La Araucanía, es uno de los pueblos que formaba parte del llamado ramal ferroviario Púa a Lonquimay.
En los años 80 del siglo pasado la Empresa de Ferrocarriles del Estado (EFE) decidió suspender el tránsito de los trenes de pasajeros, levantando posteriormente las vías, con lo que el ferrocarril terminó su transitar por ese ramal, dejando en una situación mediterránea y desvalida a los pequeños poblados de Cullinco, Selva Oscura, Villa Cautin y Rari Ruca.
A pesar de esos inconvenientes los habitantes de Selva Oscura no han bajado los brazos y pese a estar bastante alejados de las rutas principales, como son los caminos Victoria a Curacautín y Curacautín a Lautaro, han logrado desarrollar un incipiente comercio, el que unido a electricidad, agua potable y un centro deportivo, permiten a sus habitantes una subsistencia bastante armónica, lo que unido a algunas viejas tradiciones le dan un toque de especial sabor campesino, como la producción de chicha dulce que producen varias chicherías para endulzar los soleados días de fines del verano a un costo de producción bastante bajo.
Con el fin de conversar sobre este y otros temas nos encontramos con Charlie Romero, uno de los personajes que a través del tiempo se han preocupado de preservar la historia local. Su relato nos permite conocer algo de lo que ha sido el poblado, que según nos recuerda fue fundado cuatro años después que Victoria:
“Yo me llamo Armando Romero Olivero, que es mi verdadero nombre y nací acá mismo. Esto era una casona antes, antigua, porque en el pueblo eran puras casonas y mi papá había hecho una cocina con un fogón, en que se hacía fuego con leña y la ceniza se ocupaba para cocer las ricas tortillas. Era de puros durmientes. Todo eso desapareció. Acá estuve de niño, luego me fui a Concepción a los doce años. Trabajé en un restaurant de copero, después fui maestro salchichero. Trabajé en Huachipato también por intermedio de una empresa contratista y estuve en un restaurant que se llamaba el Café Ciro y después me vine para acá y trabajé de mozo en el fundo Quillem, en las casas con la familia Donzé Gamboa y de ahí con ellos me fui a Santiago y después se fue mi señora a trabajar con ellos y luego me fui a trabajar a la comunidad de Victacura. Estuve cuarenta años ahí y después me jubilaron; el año 2019 llegué acá. Mi papá había fallecido y yo le compré la casa a mis hermanos y me quedé aquí.
Recuerda que en su niñez acá había grandes almacenes, grandes tiendas, “ahora nada de eso existe. Esto era un pueblo de puras carretas con bueyes, grandes molinos. Don Vicente Núñez tenía un molino y también un señor Saldías y un hermano de él tenía un aserradero con un sistema que nos daba luz, porque la luz eléctrica llegó acá a Selva Oscura el año 1959 y el que luchó porque tuviéramos luz y escribía en el Diario Austral fue don Juan Acuña, que el papá fue don Juan Enrique Acuña, el poeta de Temuco. Hace clases en la universidad”.
Hurgando en sus recuerdos nos dice que el pueblo nació por el ferrocarril. Todo acá era maderero. Todo eran montañas, había muchos aserraderos, entonces el ferrocarril llegaba hasta Curacautín. Después se contruyó la vía hizo hasta Lonquimay.
La pérdida de identidad de Selva Oscura
Echa de menos aquellos tiempos del ferrocarril y el activo comercio del pueblo que permitía la existencia de grandes almacenes, incluso había una oficina de Correos y Telégrafos. Con un dejo de tristeza nos expresa que Selva Oscura tenía oficina de Registro Civil y el cementerio era de los vecinos. “Sólo había que sacar permiso en el Registro para poder sepultarse, pero después vino el alcalde y nos quitó el Registro Civil. Yo peleé con varios por eso, pero no se pudo hacer nada. Con eso nos sacó el corazón del pueblo. Ahora todo depende de Victoria. Todo lo que nombran es de Victoria. No tengo ninguna queja contra la Paulina, porque la Paulina es una excelente persona, sin ella no se mueve nada, pero eso es lo único, que ahora no tenemos identidad…”
“Yo nací en 1949. Mi papá era ferroviario, había nacido en 1885 en Mulchén. Muchos ferroviarios como los Millacoy, se radicaron acá, un poco más allá, en la casa grande ahí, donde había unos tremendos pozos que había antes, ahí vivieron ellos”.
“De la estación he escrito muchas cosas, incluso del mural que hizo la Paulina Castillo. Ella hizo una pintura donde había unas vendedoras y luego yo escribí una historia de amor adaptada a los años 50, esa fue la que escribí yo. Y con eso me gané un galardón que me dio el Alcalde en esos tiempos y nos hicieron una ceremonia en la estación, ahí mismo se hizo una charla y un hijo de Montecinos hizo de Pablo Neruda y hay que recordar que acá en la estación se ambientó la película sobre Pablo Neruda y lo bonito que yo escribí ese cuento y me salió no más. Uno se sienta y escribe pero ahora tengo muchos problemas con la vista así que me cuesta meterme al computador”.
“Acá hubo un restaurant conocido como El Riel, que era como una discoteca y ahí íbamos todos a tomar y bailar ahí, eso era muy bonito. Eso era por los años 60. Se ubicaba en la calle Exequiel Romero. Él fue el que fundó el pueblo. El fue el que dio los sitios. Creo que había que destroncarlos para poder construir. Eso me contaba don Carlos Mella. Don Carlos mella tiene memoria, nació acá en Selva, pero ahora vive en Victoria, en calle Pisagua. El tiene más informes que yo y al final él dice que es otra persona que había loteado, pero ese era el yerno de don Exequiel Romero y ahí me dijo: tiene razón ud. El dueño era don Exequiel Romero el yerno loteó los sitios no más”.
Acá hubo una Club Deportivo Ferroviario y el Club Deportivo Selva Oscura. Después hay campeonatos, está Santa Inés, Rosario, pero ahora por el asunto de la pandemia estaban parados los campeonatos amateur.
“El principal generador de trabajo era el ferrocarril. Andaban todos con su muletilla en el hombro, que usaban para cargar la madera. También estaba la ECA con una tremenda bodega frente a la estación. Ahí cargaban los carros los hermanos Amaza. Y como siempre echando la talla personajes como don Choche Castillo, Chancha Rucia, Panta, de esos me acuerdo bien yo.
Escribo poesías, historias del campo. En mi página de Facebook se pueden encontrar algunos de mis escritos. Nunca hice un libro, pero podría escribir uno.
Hago historias sobre el Juancho, la juanita, bonitas historias que aparecen en mis recuerdos, hasta el viejo retén de Carabineros, hasta preso estuve yo ahí. Cuando se paseaban las parejas acá había más orden. Ahora todo desordenado.
Actualmente se pelea porque la estación sea un patrimonio del pueblo, pero no hay acuerdos hasta el momento.
Finaliza sus recuerdos con una frase de sentimiento por la actual situación: “el cementerio, el estadio, las calles, ahora todo es de Victoria. Selva Oscura no tiene identidad”.
NOTA DE REDACCION: Paulina Castillo, artista plástica, es actual funcionaria de la oficina municipal de Selva Oscura, lugar donde ha vivido toda su vida.