Veteranos de la Guerra del Pacífico en el cementerio de Lautaro

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Cuatro Veteranos de la Guerra del Pacífico ocupan un hermoso mausoleo a la entrada del cementerio de Lautaro; en esta oportunidad ofrecemos detalles de su paso por el Ejército y algunos aspectos de sus vidas.  

Veteranos de la Guerra del Pacífico en  el cementerio de Lautaro
Veteranos de la Guerra del Pacífico en el cementerio de Lautaro

Este año los cementerios estarán cerrados los días 1 y 2 de noviembre, por lo que provechando la ventana de apertura que se ha dispuesto hasta el viernes, hemos vuelto al cementerio a ver viejas tumbas entre las que se encuentra la de los Veteranos de la Guerra del Pácifico.

Esta tumba en forma de nichos, de muy buena manufactura, costeada por la municipalidad, se levantó hace años para honrar a aquellos soldados que estuvieron en la Guerra del Pacifico, quienes luego de regresar del campo de operaciones militares terminaron sus días en este pueblo.

Los antecedentes sobre estos personajes, son muy vagos. Sólo en la Historia de Lautaro, su autor don Lautaro Cánovas recuerda haber conocido al Soldado Brasiliano Rivas, en sus últimos días de vida y haber visto caminar por las calles a esos viejos soldados de estampa, ya ancianos recorrer lentamente los barrios lautarinos, con su chaqueta luciendo una escarapela roja con el N° 79 en azul sobre la manga.

Es indudable que estos cuatro soldados se unieron al Ejército dispuestos a todo, a rendir la vida si fuere necesario. No escogieron Regimiento. Se lo asignaron a medida que las tropas se iban despachando al norte. Luego del consabido viaje en barco se les enviaba a los diferentes cuarteles de campaña  que estaban instalados en territorio enemigo.

El soldado Brasiliano Rivas Sepúlveda

El primero de ellos el soldado Brasiliano Rivas Sepúlveda, nació en 1863, y se incorporó con 17 años al Batallón movilizado “Los Ángeles” el 24 de octubre de 1880, en el que sirvió hasta el 10 de julio de 1884, es decir casi todo el periodo de Guerra, siendo licenciado el 10 de julio de 1884. Fueron sus padres don Esteban Rivas y doña Rubelda Sepúlveda. Fue casado con la señora Ema Alarcón.  

El Batallón Los Ángeles tuvo sus origenes en las viejas milicias de Bernardo O’Higgins, formadas con peones de su hacienda Las Canteras y campos cercanos.

Cabo 2°Juan Ávila Avilés

El Cabo 2°Juan Ávila Avilés, ingresó como soldado a la 3ª. Compañía del Batallón movilizado “Carampangue” el 1° de noviembre de 1880, en el que sirvió hasta el 20 de junio de 1884, fecha en que se disolvió la unidad.

Le correspondió participar en la Campaña de Arequipa, entre octubre y noviembre de 1883. Mediante Decreto Supremo N° 1796, de 8 de octubre de 1937, se le concedió el ascenso a Cabo 2°, por ser servidor sobreviviente de la Campaña de 1879 – 1884.

Soldado Zacarías Ramírez Henríquez

Soldado Zacarías Ramírez Henríquez, nació en 1856 en Coronel; sus padres fueron don Isidro Ramírez y doñaBenigna Henríquez. Ingresó como soldado a la 4ta. Compañía del Batallón movilizado “Arauco” el 13 de diciembre de 1880, a la edad de 24 años. Fue licenciado el 26 de marzo de 1881 y embarcado en el vapor Huanay a Valparaiso.

Cabo 2° Carlos Hidalgo López

Cabo 2° Carlos Hidalgo López. El 13 de marzo de 1881 ingresó como soldado a la 4ª. Compañía del 2° Batallón del Regimiento “Buín” 1° de Línea. Participó en la Campaña de la Sierra, donde integró la Expedición Arriagada, que entre abril y mayo de 1883, persiguió por la sierra las tropas del general peruano Avelino Cáceres, luego de la Batalla de Huamachuco.

Mediante Decreto Supremo N° 1796, de 8 de octubre de 1937, se le concede el ascenso a Cabo 2°, por ser servidor sobreviviente de la Campaña de 1879 – 1884.

Esos son los valientes soldados que ocupan los nichos donde anualmente se les rinden los honores de reglamento por una sección del Regimiento Tucapel, de Temuco.

El Soldado desconocido

Como en muchos lugares, no son todos los que están, hace algunos años Chile Crónicas tomó contacto con los descendientes de un quinto soldado, que estuvo  también en la Guerra, pero que no descansa en el mausoleo oficial. Es posible que ello sea porque vivía en el sector Rinconada, que corresponde a Perquenco, pero lo cierto es que sus restos reposan también en el cementerio de Lautaro.

Hoy hemos visitado nuevamente su tumba, modesta, de pequeños maderos, pero que luce orgullosa el nombre de Miguel Acevedo Espinoza y sobre él flamea una digna bandera chilena, que este viento de octubre hacía flamear, a pesar de su pequeño tamaño.

tumba del soldado veterano de la guerra del pacifico Miguel Acevedo Espinoza en Lautaro

Miguel Acevedo Espinoza, nació en 1859, es decir se enroló como soldado a los 21 años, en la 2ª Compañía del Batallón movilizado “Arauco” el 15 de diciembre de 1880, en el que hizo la campaña contra el Perú y Bolivia y en el que sirvio hasta la disolución de la Unidad el 25 de septiembre de 1884; siendo su tiempo servido en el Ejército de tres años nueve meses y once días.

Contaban sus descendientes que el tenía algunas medallas, diplomas y un sable, los que en el año 1973, fueron entregados a una patrulla del Regimiento Tucapel. Sólo conservan un viejo carnet de pasaje liberado por ferrocarril, a que tenían derecho estos modestos servidores de la Patria.

Chile Crónicas conserva en sus archivos copia de las hojas de vida de estos cinco soldados, que en un momento determinado no buscaron excusas para servir a su país y partieron al norte a batirse como valientes.      

Si tomamos el caso del soldado Brasiliano Rivas, tenía sólo 17 años, un niño de la época, cuando la mayoría de edad se lograba recién a los 21. No todos los que fueron a la guerra eran gente de recursos y muchos, según se lee en algunas memorias, no habían usado nunca zapatos y no pasaban de tener una vieja manta y una chupalla para los rigores del invierno.

Las hojas de vida del Ejército son lacónicas. No puede ser de otra manera, eran miles los soldados y pocos los que sabían leer y escribir, por lo que no aportan antecedentes de detalle. Como nota curiosa, de estos soldados hubo quienes hicieron toda la campaña de la guerra, pero las hojas de vida dice en todas ellas “sin encontrarse en acciones de guerra”. Esta situacion se debe en parte, a que sólo algunas batallas merecieron la entrega de condecoraciones y en otros casos, aunque hayan participado en combates aislados, no se tomaba como una batalla formal.

También se produjo el caso de que varios batallones estuvieron considerados como parte del Ejército de Reserva, y que si bien estaban en la retaguardia, debían cumplir las mismas funciones que los regimiento operativos y no estuvieron exentos de las duras caminatas por el desierto, con el agua y los víveres racionados.  

A su regreso al país, muchas municipalidades los honraron con medallas, las que solían lucir en desfiles y fechas importantes y son las que algunos ciudadanos conocieron más tarde, pero no fueron otorgadas por acciones de guerra.

poetas de cementerio
Patriótica y modesta tumba del soldado Miguel Acevedo Espinoza

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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