En realidad, este no es un libro tan políticamente correcto. Al menos así lo asume su autor, uno de los tantos habitantes de este pueblito llamado Lautaro; “Ciudad” por Ley de la República. Una flecha con destino Norte, el mismo que siguen sus habitantes cuando se cansan de vivir por estos lares, estrangulados por el río Cautín por un lado y por el otro, el barranco que genera la cuesta del saco.
Así, la mayoría de los inteligentes se alejan sin retorno, pero por las redes sociales, con lágrimas de cocodrilo manifiestan sus indubitables deseos de volver al terruño; cosa que naturalmente no tienen pensado.
Entre los que se han quedado, que viven y sueñan en la calle larga que es la Avenida O’Higgins, vive un descendiente de colonos suizos libres, que encontraron en el poblado la esencia de la vida, que tuvieron la certeza de que entre la piedra y el trigo existía una concomitancia de acendrados pendones, que a todas luces marcaban con creces el tenor de la palabra “futuro”.
«Don» Renato
Este personaje lleva por nombre Renato Hauri Gómez, más conocido entre sus amigos como “don Renato”, nacido y criado en el remanso de las tierras lautarinas, adyacentes al viejo pueblo aldeano, como lo define en otro de sus libros.
Así ha pasado la vida este asistente social de profesión, a quien le sonrió la política durante sus dos períodos como Alcalde, otros tantos como Concejal, el mismo que hoy hace guiños a la literatura recogiendo en forma artera y divertida una cosecha de tan chilena expresión, que por sus definiciones ha sido poco explotada en forma directa por la literatura impresa.
En sus páginas, el lector es llevado por la improvisada baranda de un puente creado por el autor, teniendo claro que la palabrita, a pesar de ser archiconocida, todavía tiene sus detractores, no obstante estar acreditada desde antiguo por las normas de la RAE.
Impresiona la portada del libro, que no obstante ser Políticamente Correcta, introduce al lector en la trama, con la sola presencia de un espejo engarzado en la estrella solitaria de nuestra amada bandera patria.
Durante nuestra dilatada vida hemos visto este adjetivo, generalmente usado como sustantivo, reemplazando especialmente el apelativo de don en libros de diversos autores, especialmente en el género novelesco; pero por primera vez la expresión ha sido llevada a los altares de la erudición en tapa dura, a color, buen lomo y formato y no podía ser de otra manera: impreso por Kronoss, Servicios Gráficos Limitada; por supuesto: de Lautaro.
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