Calicheros, ripieros, areneros, un oficio en extinción en Lautaro

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JoseNaranjo JuanValdebenito

Sólo para valientes; parecen decir los dos últimos extractores de ripio, arena y sus derivados JOSÉ FEDERICO NARANJO y JUAN CARLOS VALDEBENITO URREA, quienes desde hace casi veinte años se ganan la vida extrayendo áridos con sus carros desde las orillas del cautín, en su curso frente a la ciudad de Lautaro.

Nos cuentan que hace unos años quisieron unirse en un sindicato, pero al final por el continuo retiro de socios, todo quedó en nada. Hoy sólo ellos recorren las calles de la ciudad entregando su producto donde el cliente lo solicite.

Observamos sus carros de un metro cúbico, con buenos neumáticos y unos resortes que ayudan a soportar la pesada carga, que es tractada por dos hermosos caballares con sus respectivos aperos y protecciones para evitar heridas en los lomos de los equinos. Sus nombres: El chamaco y la barby y la negra y el bayo.

Barby Chamaco

 Pero esta no es una actividad nueva, nos cuentan. Por lo que ellos han sabido de viejos ripieros, en un principio se extraía del río y se trasladaba hasta la estación en carretas tiradas por bueyes. Allí se cargaba en carros del tren para ser procesado más tarde y enviado a lugares donde se construían nuevas vías de ferrocarriles.

De eso hace más de cien años, lapso de tiempo en el que la actividad fue cambiando. La ciudad creció, se fue encareciendo la alimentación de los caballos y poco a poco se han ido retirando de la actividad muchos de los antiguos, quienes vendieron sus equinos y se fueron al descanso o buscaron[h1]  otra actividad un poco menos “matadora”, pues para levantar la pala con ripio durante todo el día requiere un esfuerzo mayor.

Agregan que el municipio nunca les ha cobrado por trabajar en el río, ya que su laboreo es mínimo y no dejan excavaciones demasiado profundas.

calichero

Si bien es cierto esta es una actividad poco conocida, su paso por las calles provoca cierta nostalgia y admiración de ver este tipo de móvil, ya desaparecido de los campos, pero que dos modestos calicheros piensan continuar manteniendo y trabajando hasta que el cuerpo tenga fuerza para seguir levantando la pala llena de piedras mojadas, recordándonos con el tintinear de los herrajes de sus cabalgaduras,  que su trabajo ha sido importante para dar vida a la estructura urbana de la ciudad y que ese rodar en el tiempo los ha hecho dignos de integrar el patrimonio histórico y laboral de Lautaro.  

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Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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