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La semana pasada tuve oportunidad de recorrer las calles centrales de Concepción, un Concepción de mucho movimiento de gente, mucha actividad comercial y de repente por O’Higgins me encuentro con la estatua de “Condorito”, el popular, el mismo de la antigua revista Okey. Como en ese minuto no había nadie, me ubiqué a su lado. Algo me sorprendió, no parecía una estatua:
- Hola Condorito. Eres tú?
- Por supuesto, el mismo que viste y calza…
- ¡Pero si aquí había una estatua tuya!
- Claro, pero como a alguien se le ocurrió sacarla, ahora está en reparaciones y el Alcalde me pidió reemplazarla mientras tanto.
- Lamentable, qué quieres que te diga, la violencia y todo eso.
- Si, ¿y que lees?
- Es mi libro “Rieles Fronterizos”
- ¿Es el mismo tren que pasaba por Cumpeo?
- No, este iba de Púa a Lonquimay.
- Bueno, tu sabes que yo también fui maquinista de trenes.
- No me digas.
- Si, recorrí todo Chile en las mejores locomotoras.
- Oye y ¿qué pasó con Cumpeo?
- Ahí está, siguen “El Pollo farsante”, y otros negocios míos.
- ¿Y tu presencia acá en Concepción?
- Es que como sabes Pepo, mi papá, me dejó una casita acá también. Así que de vez en cuando vengo a pasar unos días.
- Debe ser algo cansador servir de estatua.
- Claro, acá tengo que recibir a todos los niños que vienen con sus papás a fotografiarse, pero no me molesta, ellos son mis principales lectores.
En ese momento llegan varios niños acompañados de sus familiares. Sus caritas alegres indican la felicidad de conocer a su caricatura favorita, la “chilensis” que esta en papel y en Facebook. Me despido de tan conspicuo personaje, quien me desea suerte con mi libro. Fabuloso, no me lo esperaba. Tenemos la misma edad, pero claro, es Condorito, ni una arruga por su tersa cara, tiene circo para rato.
