INICIOS DE LA LOCOMOCIÓN EN TEMUCO

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El Convoy

Luego de la fundación de Temuco en 1881, hay que reconocer que aparte de las calles del nuevo poblado, no había caminos entre los fuertes que unían la región con Angol, la ciudad que en esos años representaba los poderes del Estado.

De tal forma que el movimiento de tropas y personas se realizaba a caballo y en carretas por huellas más o menos transitables, por las que no había puentes ni ningún tipo de señalización. Por dicho motivo el primer medio de transporte “interprovincial” entre Temuco y Angol se realizaba mediante convoyes que salían cada quince días, llevando correo y enfermos, víveres y herramientas, con una escolta militar montada, encargada de proteger a los viajeros que se unían a este singular medio de transporte con sus propias cabalgaduras y carretas, en un viaje que se prolongaba por su detención en cada fuerte de la línea.

Según se relata en el Álbum de Cincuentenario de Temuco “Este medio de transporte dio nacimiento a la organización de empresas de “carretas fletadoras” y gran auge en Angol y otros pueblos a establecimientos industriales dedicados a la construcción de aquellos pesados vehículos”.

En los primeros años lo viajeros más arriesgados solían viajar a caballo hasta Collipulli, donde se embarcaban en ferrocarril hasta su destino. Era un viaje peligroso, pues los caminos estaban infestados de salteadores que veían en cada viajero un comerciante con una buena bolsa de dinero.

Las “líneas de coches”

Ante la imperiosa necesidad de personas que debían realizar viajes en forma más rápida que el cansino desplazamiento de las carretas, pronto nació la idea de instalar una línea de coches tirados por caballos, que permitiera la movilización entre los nacientes pueblos de La Frontera, iniciativa particular que pronto desplazó los viajes de civiles junto al convoy.

Se sabe que en abril de 1888 don Cecilio Labairú estableció la primera de estas líneas entre Traiguén y Temuco, con el siguiente itinerario: Salida de Traiguen los lunes y jueves a las 6 A.M. pasando por Quino, Quillem, Lautaro y Pillanlelbún. Regresaba desde Temuco los miércoles y sábado a la misma hora.

El Ferrocarril

Muchos de los problemas de locomoción inter ciudades, quedaron solucionados con la construcción del Ferrocarril, cuyas vías se adentraron en La Frontera por la estación de Renaico, inaugurándose el primer recorrido de la vía central hasta Temuco el 1°de enero de 1893, cuyo ceremonial estuvo dirigido por el Intendente Valentín del Campo, quien al más puro estilo carrilano, insertó el último clavo en las vías que hasta ese momento eran la punta de rieles del ferrocarril. Esto permitió naturalmente una mayor fluidez en el desarrollo de la ciudad y los ciudadanos comunes pudieron viajar sin mayores riesgos entre Temuco, los pueblos y ciudades intermedias y Santiago.

Los tranvías

Viejas crónicas señalan que el industrial del cerdo Eduardo Menzel, quien tenía un criadero en la avenida Francia, fue el primero que tuvo la idea de mover sus productos en una especie de coloso tirado por caballos, que se trasladaba entre el criadero y su negocio ubicado en el centro de la ciudad. Para ello habilitó una vía, primero de madera y más tarde con rieles de hierro, lo que facilitaba su desplazamiento por las barrosas calles de ese entonces.

El notorio crecimiento de la ciudad, originada primitivamente en el sector del regimiento, pasó a tener en la estación del ferrocarril un nuevo polo comercial, originando con ello la necesidad de contar con un medio de movilización más moderno que las carretas y carretones, que hasta esa fecha prestaban su servicio al comercio y especialmente a los molinos que proveían de harina a una población cada día más numerosa.

Fue así como nació el llamado servicio de los “carros de sangre”, muy conocidos en la capital y que tenían la particularidad de ser similares a tranvías, pero tirados por caballos, lo que les daba este singular nombre.

Dicho servicio se mantuvo hasta 1905, año en que la Compañía General de Electricidad Industrial inauguró un servicio de tranvías eléctricos con varios recorridos urbanos, ya que existía un clamor popular en los barrios por contar con este moderno servicio, especialmente en ese tiempo, los lejanos reductos de Pueblo Nuevo y la Población Dreves.

Entre 1916 y 1918 el servicio de sangre perteneció al inglés Edwards Hyde y ya en 1919 aparecieron los tranvías eléctricos, que corrieron hasta 1936.

El automóvil

Muy pronto los coches tirados por caballos, que hacían carreras por la ciudad, en calidad de primitivos taxis, comenzaron a ser sobrepasados por los automóviles, los que antes de  1910 comenzaron a llegar a Temuco, siendo don Carlos Ochsenius uno de los pioneros, al adquirir un vehículo en el que los pasajeros iban sentados mirando hacia atrás, de espaldas al conductor, el que se desplazaba por las polvorientas calles temuquenses en medio de saltos y bamboleos originados por la desigualdad del terreno.

Entre los primeros don Pedro Dantiac trajo un Ford y el señor Hoschteter de la botica alemana un Chandre, en tanto el Hotel Central maravillaba a su clientela con un vehículo alemán, rojo, marca NAG, en el que se iba a buscar pasajeros a la estación de los Ferrocarriles a la llegada de los trenes.

Los taxis aparecieron en las adoquinadas calles de Temuco el año 1918 y ya al año siguiente estaban unidos en la “Sociedad de Chauffeurs” y fue en uno de esos vehículos adornados artísticamente que Dagoberto Godoy, el pionero de la travesía aérea de los Andes, por las altas cumbres, fue trasladado en medio de la multitud desde la Estación al edificio de la Intendencia, en tanto que otras autoridades lo hicieron también en los vehículos de esta Sociedad.

Primeros taxis en Temuco -1919-

Hay que recordar que en 1919 Temuco contaba con 70 autos, en tanto Angol con 27, Traiguén con 45, Victoria con 19, Lautaro con 13, Galvarino y Pitrufquén con 7, Nueva Imperial con 6,  Chol Chol con 2 y Carahue con 1. Debemos mencionar también que Concepción ya contaba con 291 automóviles, Valdivia con 51 y Punta Arenas con 311 vehículos, desproporción seguramente originada por el paso obligado de veleros y barcos de carga que tenían parada obligada en Punta Arenas, hasta antes de la puesta en servicio del Canal de Panamá (15 de agosto de 1914).

PabloyCarlosLavanchy
Ganadores csrrera María Ester

Ese mismo año de 1919, varios “volantes” temuquenses participaron en la llamada “Carrera de María Ester”, organizada por el propietario de esa hacienda don Guillermo Bunster, la que fue corrida el día 2 de marzo de 1919, por 15 vehículos, en su mayoría de Temuco y la zona, entre Victoria y Traiguén.

Varios de los propietarios de los vehículos corrían con sus choferes como fue el caso del ganador, un Cadillac de propiedad de don Guillermo Aguiar, quien viajó como acompañante de su piloto Alberto Moreno, el que recibió como premio la Copa “María Ester”, habiendo hecho el recorrido con un promedio de 60 kmts por hora.

Don Pablo Lavanchy, en un Chevrolet, se ubicó en 2do lugar en la meta y su hijo Carlos Lavanchy en un Ford arribó tercero. Los premios al 2do. lugar un juego de neumáticos y al 3ro. Un reloj pulsera y un par de anteojos. Debemos recordar que también estuvo en la partida un Chandler conducido por Juan Picasso, el que, por problemas mecánicos, no estuvo entre los 10 primeros.

Así, los ases temuquenses se movían en sus vehículos, especialmente los fines de semana, haciendo un incipiente turismo, que muchas veces tenía más de mecánica que de entretenimiento por la ruta.

En tanto los tranvías seguían siendo el medio de locomoción que movilizaba al grueso de la ciudadanía, pero diferentes problemas acabaron con su servicio el año 1936, año en que los viejos armatostes fueron llevados a Concepción, donde después de algunos años pasaron a engrosar la lista de elementos fuera de circulación.       

A esa fecha, a pesar de que en 1920 se había dictado la Ley de Caminos, todavía la región no contaba con vías de acceso que permitieran el libre tránsito mediante puentes en ríos y esteros, en esos años muy caudalosos, tanto que limitaban el paso de cualquier medio de transporte.

La carrera del año 28

En 1928 El Diario Austral, en vista del gran aumento del parque automovilístico, decidió hacer una carrera, la que tuvo un premio de una copa de plata y tres mil pesos en dinero al ganador.

Hubo una gran cantidad de pilotos inscritos para esta justa, que tuvo como partida la esquina de las calles Prieto y Pedro de Valdivia, saliendo a Chol-Chol, Galvarino, Traiguén, Victoria y con meta en Lautaro.

Ganador fue Feliciano Echeverría en Whippet, que demoro más de tres horas y cuarto en recorrer la distancia de 168 kmts. Con un promedio de 56 kmt por hora, en segundo lugar el Nash de Carlos Lavanchy y tercero el Ford de Onofre San Martín. Don Pablo Lavanchy, que también estuvo en esta carrera, llegó 6to., así padre e hijo se integraban a la esfera deportiva que habían iniciado hacía 10 años en la Copa “María Ester”.

Las «Góndolas»

Fue en 1927 que los temuquenses de los barrios periféricos se sintieron halagados con la noticia de que desde Santiago venían en viaje cinco «góndolas» que servirían para dar una mayor cohesión al transporte público.

Se trataba de cinco microbuses Brockway, que venían en un tormentoso viaje por tierra desde Santiago, los que luego de varios días de viaje arribaron triunfalmente a Temuco.

Brockway
«Góndola» Brockway años 30

Ese fue el inicio de la locomoción colectiva, tal como la conocimos hoy en dia. A poco de su llegada, un de estos buses se internó hasta Nueva Imperial, en un recorrido turístico, dando plena seguridad a sus pasajeros, que veían en este medio de locomoción como el progreso se hacía cada día más presente en la provinciana capital de La Frontera.

GondolaBrockwat 1930
Un viejo tranvía

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Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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