En el Día del Trabajador Radial: Carol Larenas, “El Carolo”, recuerda sus días de Radio

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El conocido personaje temuquense fue casi tan famoso como los más populares locutores de entonces y su nombre se escuchaba a diario “por la radio”, prestando servicios, primero, y luego manejando los controles.

Es la década de los ’60. Mediodía de domingo. Desde todos los hogares se escucha la música de los receptores transmitiendo el popular programa “Disco Exitos” de Radio Cooperativa, ex Radio Cautín, con la voz del conocido “speaker” Guillermo “Willy” Gómez, entonces tanto o más famoso que el “Sábados Gigantes” de Don Francisco y su ayudante Mandolino, aunque, en nuestra historia fue un personaje secundario quien se robó el protagonismo y llegó a ser tan popular como el propio animador. Se trata del conocido “Hermano Carolo”, entonces un redomado hippie alegre y hoy un ex trabajador de las perillas que recuerda con nostalgia aquellos inolvidables días de la Radio.

Gozando del merecido jubileo de su vida al Hermano Carolo le gusta sentirse todavia detras de los controles como en sus viejos tiempos de Radio. 1
Gozando del merecido “jubileo” de su vida, al Hermano Carolo le gusta sentirse todavía detrás de los controles, como en sus viejos tiempos de Radio.

Ha pasado el tiempo y hoy Carol Larenas, de 77 años, casado con María Angélica Escobar y padre de Marcelo, Mauricio y Carola, hace recuerdos de aquellos alegres días de la Radio cuando el radio receptor era el centro de cada hogar que conectaba con el mundo a través de la música y la palabra hablada. Demás está decir que la TV era impensable y que toda la inocencia y el romanticismo lo brindaba la Radio, que en Temuco dejó en los oídos las voces de muchos profesionales que ya transmiten en las ondas celestiales.

Personaje Radial

Con “el Hermano Carolo”, queremos recordar hoy al más representativo personaje radial vivo que todavía cuenta su experiencia con la nostalgia de haber sido protagonista de los más bellos años de la Radio aquí en Temuco, aunque su paso por los espacios del éter le fuera tan breve como la juventud.

“Era por allá en 1963 cuando trajinaba yo por las calles de Temuco, a veces de vago y otras veces de hippie, con el pelo largo y pantalones pata de elefante. Vivía de noche y dormía de día. Nadie daba un peso por mí”, admite Carolo para comenzar el hilván de sus recuerdos.

Era la época del programa ‘Disco Exitos’. un show en vivo que animaba cada domingo el locutor Guillermo Gómez en Radio Cooperativa. “Allá me iba yo a pelusear porque no quería estudiar ni trabajar. El auditorio de la radio se encontraba ubicado en el tercer piso del edificio del Teatro Central, tenía butacas, mejor dicho asientos de madera pero ahí permanecíamos horas escuchando música”.

“No tenía otra cosa que hacer que molestar a las cabras, pero así fui conociendo a la gente de la Radio y ellos a mí, hasta que me ofrecieron trabajo de portero pues llegaba mucha gente”.

COMO TODAS LAS COSAS

Así fueron los inicios de Carolo en el ambiente de la Radio. “Comenzó como comienzan todas las cosas”, afirma con su filosofía simple de hombre agradecido de la vida.

Ya en 1969 había sido auxiliar, ordenanza, recepcionista y barrendero. Las grandes voces radiales de esos años eran, además de Guillermo Gómez, las de Felipe Tranchino, Pedro Valdés, “el Negro” Muñoz y Renato Tassel, también gerente de la Radio. “Willy Gómez me hizo famoso porque llegué a ser ayudante de su programa al que llegaban los cantantes más famosos de esos tiempos. Yo tenía que repartir al público los premios que consistían en betún Virginia, cera Casino, sabrosalsa Deyco, Lustrina y además tenía a mi cargo todo el papeleo del estudio (los del papelero, los del wáter y los que quedaban en el suelo después de cada programa).

“Como no tenía educación y ya estaba bien mayorcito, debía trabajar en algo, y mi trabajo era vigilar a los cabros que al inicio de la escala cortaban la luz del medidor. Fue cuando la gente de la Radio instaló un quiosco a la entrada, entonces el gerente me dijo, ‘Carolo, usted se va a encargar de la recepción y de cobrar las entradas’, porque el programa era tan popular que la gente hacía filas para ir a escuchar a Willy Gómez, el discjockey del momento. Allí llegaban también a pedir discos y a poner algún aviso o mensaje para el programa ‘El mosaico mexicano’, de Eduardo Pérez”.

“ESCRIBIENTE”

Para la gente del campo la Radio resultaba indispensable para comunicarse a la distancia y en cualquier momento, pero el alto nivel de analfabetismo de la época hacía necesario un “escribiente” para sus mensajes. Y allí estaba el Carolo escribiendo los mensajes o recepcionando las notas enviadas: “Señor locutor, ruego a usted pasar este aviso…”.

“Yo tenía que escribir los avisos a máquina y ahí ya ganaba una comisión. ‘Atención Molco Alto, a mi tía Rafaela se le comunica que la carne de chancho salió bien. El Hermano Carolo pide que le manden la colita siquiera’.

“El programa iba de cuatro a cinco de la tarde y debía apurar al locutor para que pasara todos los mensajes: ‘Atención Choroico, fundo Las Bastillas, a la familia Torres se le avisa que venga a esperarme al cruce con caballo. Llego a las ocho. Firma Joel”.

“Yo sabía que todos los mensajes eran importantes para la gente y la radio se escuchaba en toda la región, porque Hernán Espina, que fue el primer gerente, con Eduardo Pérez, consiguieron instalarle a la emisora diez kilowatts de potencia”.

Después de cumplidos los mensajes, los modestos campesinos volvían a la Radio. “Don Carolo, le traigo esta gallinita cocida, estos huevitos, estas tortillitas”. Nuestro personaje había adquirido tal importancia y ganado tanto respeto, que su nombre mencionado en los programas lo hicieron más famoso y conocido que los propios locutores.

A ISLA MOCHA

Todas las experiencias en Radio para Carolo son anécdotas, pero recuerda una especial que consistió en su primera aventura fuera del estudio. “Una vez se les ocurrió organizar una campaña pidiendo libros para armar una biblioteca en Isla Mocha. Llenamos una pieza de libros y había que llevarlos. Nos manejamos con la Intendencia, nos conseguimos aviones y viajamos tres empleados de la Radio.

“Cuando llegamos a la isla todos iban a la siga de nosotros, éramos las estrellas de la Radio… y adivina quién era el más famoso: el Carolo, pues, y a las autoridades no las pescó nadie”.

“En esos tiempos fue cuando comencé a fijarme en las perillas que manejaba don Heberto Garrido. Era lento y más mañoso que su hermano Chito. Una vez me preguntó si era capaz de quedar solo en los controles. Entonces se fue y allí comencé haciendo reemplazos breves, porque a nadie le pasaban las perillas, hasta que me largué solo y así estuve diez años. En 1979 dejé la radio, en tanto ya había conocido a la que sería mi mujer, me casé, y busqué otro oficio que me resultara más rentable”.

Aquel oficio nuevo resultó ser el de conductor del móvil de la Redacción de “El Diario Austral”, oficio que desempeñó durante 35 años y con el que siguió siendo conocido en todos los sectores de Temuco y la Región. De hecho, le correspondió trasladar a los equipos periodísticos en los más grandes sucesos de los últimos años, como el de las tragedias de la Canteras de Lautaro y la de Antuco.

“Ahora, ya retirado, todavía me gusta escuchar música y sentirme detrás de los controles, como aquellos bonitos tiempos que como todo recuerdo, mueren cuando se muere el hombre…”.