21 de Mayo de 1879. hace 140 años en las costas de Iquique se trabó la batalla naval fundamental en el desarrollo de la Guerra del Pacífico. Hechos conocidos por todos por ser parte de nuestros recuerdos como Nación, queremos presentarles los relatos en primera persona de dos testigos que participaron de esta batalla. Son el capitán Carlos Condell, comandante de la goleta «Virgen de la Covadonga», y Miguel Grau, comandante del monitor Huáscar.
PARTE OFICIAL EN QUE CARLOS CONDELL DA CUENTA DEL COMBATE
“Comandancia de la Cañonera COVADONGA
“Antofagasta, mayo 27 de 1879.-
“Tengo la honra de dar cuenta a US. Del combate que ha tenido lugar entre este buque y la ESMERALDA que quedaron sosteniendo el bloqueo de Iquique, después de la partida del buque Almirante y el resto de la escuadra, con los blindados peruanos HUÁSCAR e INDEPENDENCIA:
“Eran las seis y media de la mañana del 21, cuando encontrándonos de guardia fuera del puerto, avistamos al norte dos humos, los que poco después reconocimos ser de los dos blindados antedichos. Inmediatamente los comunicamos a la ESMERALDA, quien nos puso señal de “seguir sus aguas”, poniéndonos acto continuo en son de combate y saliendo afuera para batirnos. Las ocho de la mañana sonaban cuando una bala del blindado HUASCAR dio en medio de nuestros dos buques, que se encontraban al habla. En seguida poniendo la proa el blindado HUASCAR a la ESMERALDA y la INDEPENCIA a la COVADONGA empezó el combate rompiendo nosotros los fuegos. Vista la superioridad del enemigo, así también la treintena de botes que se destacaban de la playa en auxilio de nuestros enemigos, y comprendiendo que por más esfuerzos que hiciéramos dentro del puerto no era difícil sino imposible vencer o escapar a un enemigo diez veces más poderoso que nosotros, resolví poner proa al sur, acercándome lo más posible a tierra. La ESMERALDA quedaba batiéndose dentro del puerto.
“Durante cuatro horas consecutivas soportamos los fuegos que el blindado INDEPENDENCIA nos hacía sostenidamente, habiendo recibido varios que nos atravesaron de banda a banda el palo de trinquete y nos rompieron las jarcias del palo mayor y palo trinquete y el esquife con sus pescantes que se fue al agua. Tres veces se nos acercó enfilándonos de popa con su espolón para echarnos a pique. En las dos primeras no se atrevió, sea por temor de no encontrar agua para su calado y por el nutrido fuego de cañón y de fusil que hacíamos, contestando ellos lo mismo, y además con ametralladoras desde las cofas. La tercera tentativa parece que era decisiva y a 250 metros de nuestra popa recibió algunos balazos con cañones de a 70 que lo obligaron a gobernar a tierra y vararse en un tajo que nosotros pasamos rozando. Gobernamos a ponernos por la popa, por donde no podía hacernos fuego. Al pasar por el frente le metimos dos balas de cañón de a 70 que ellos nos contestaron con tres tiros sin tocarnos.
“Saludamos con un hurra la arriada del estandarte y pabellón peruano que dicho blindado hacía tremolar en sus topes, viendo reemplazadas estas insignias por la bandera de parlamento. Púseme al habla con el comandante rendido, quien de viva voz me repitió lo que ya me había indicado al arrío de su pabellón, pidiéndome al mismo tiempo un bote a su bordo, lo que no pude verificar, no obstante mis deseos, porque el blindado HUASCAR que había quedado en el puerto se nos aproximaba. Entretanto la tripulación de la INDEPENDENCIA abandonaba el buque y se refugiaba en tierra, parte en botes y parte a nado.
“Trabajando nuestra máquina con sólo cinco libras de presión y el buque haciendo mucha agua a causa de los balazos que recibió, creí aventurado pasar a bordo del buque rendido. Proseguí pues mi retirada al sur llevando la convicción de que la INDEPENDENCIA no saldría de allí.
“El HUASCAR, que como hemos dicho quedó batiendo dentro del puerto a la ESMERALDA, se nos acercaba a toda fuerza de máquina.
“Tomé mis precauciones para empeñar un segundo combate, que por lo desventajoso de nuestra situación parecía imposible evitar, pues carecíamos de balas sólidas y la gente estaba rendida después de cinco o seis horas de sostenido combate con ambos buques enemigos. Momentos después y cuando dicho blindado estaba como a seis millas de nuestra popa y por la cuadra del vencido, lo vi dirigir su proa en auxilio de la INDEPENDENCIA. Este retraso en su marcha permitió que avanzáramos un tanto más, lo necesario para distinguirlo nuevamente, minutos después, y como a diez millas, siempre en nuestro perseguimiento.
“Con la caída del día y la oscuridad de la noche perdimos la vista del enemigo y tratando de aprovechar la brisa que soplaba en esos momentos, hice rumbo al oeste. Proseguí navegando con ese rumbo hasta las doce de la noche, hora en que creyendo que el HUASCAR hubiese cesado en su propósito, me dirigí hacia tierra gobernando convenientemente.
“Recalamos en Tocopilla, a donde el buque recibió, con auxilio de carpinteros enviados a tierra, las reparaciones más urgentes, tapando los balazos a flor de agua; y proseguí al sur en la mañana del 24, tocando en Cobija a las 2 y media P. M., donde recibimos al vapor del norte que condujo al contador a Antofagasta y a los heridos con la comisión de verse con el General en Jefe para pedirle un vapor que fuera a encontrarnos, pues el buque no andaba más de dos millas y seguía haciendo mucha agua. A veinte millas de Antofagasta recibimos el remolque del vapor RIMAC, que nos condujo a este puerto, donde fondeamos a las 3 A.M. del día 26.
“Supongo que US. Tendría desde ayer datos de la acción.
“Terminaré esta parte lamentando la muerte de nuestro compañero y doctor Pedro R. 2° Videla, que dejó de existir horas después del combate a consecuencia de una bala que le llevó los dos pies; y en el equipaje la muerte del grumete Blas 2° Téllez, y del mozo Felipe Ojeda. Hubo cinco heridos, pero no graves, entre los cuales se cuenta el contador del buque que recibió dos balazos.
“Hago una recomendación especial del teniente 1° don Manuel J. Orellana, cuyo valor, serenidad en su puesto y resolución a bordo han sido ejemplares. A la vez recomiendo particularmente el buen desempeño del Ingeniero 2° don Emilio Cuevas, bajo cuya dirección está la máquina.
“Los oficiales, tanto de guerra como mayores, se condujeron valientemente y cada cual estuvo siempre a la altura de su deber y de su honor como oficial y como chileno. Respecto a la tripulación supo cumplir con su deber, y hubo momentos tales de entusiasmo, que cada cual manifestó que estaba resuelto a morir, obedeciendo al generoso sentimiento patriótico de no entregar el buque.
“Al querer dar término a la presente el HUASCAR que entra del sur a las 12 y media P.M. empeña el combate con nuestro buque y los cañones de tierra y en este momento (las 6 h. 45 m.) cesa el fuego, pues el HUASCAR se hace afuera.
“A bordo no ocurre novedad y como siempre la oficialidad y tripulación corresponden a la confianza de la patria.
(Fdo.) CARLOS A. CONDELL.
PARTE OFICIAL DEL COMANDANTE MIGUEL GRAU SOBRE EL COMBATE DEL “HUÁSCAR” CON LA “ESMERALDA”.
“COMANDANCIA DE LA PRIMERA DIVISIÓN NAVAL
“Al ancla en Iquique, Mayo 23 de 1879.
“Benemérito señor General Director de la Guerra
“B.S.D.
En cumplimiento de las instrucciones verbales recibidas de V.E. zarpé del puerto de Arica en la primera hora del 20 del presente, con el monitor HUASCAR y la fragata INDEPENDENCIA, ambos buques pertenecientes a la división naval de mi mando, y me es honroso dar cuenta a V.E. de los acontecimientos que han tenido lugar en ella hasta la fecha.
“En la travesía del puerto de Arica al de Iquique creía conveniente recalar a Pisagua, lo que verifiqué a las 4 horas 20 minutos A.M. del 21, con el objeto de inquirir algunas noticias relativas a la comisión que debía realizar en Iquique. En efecto, supe por el capitán de dicho puerto, quién me mostró un telegrama del prefecto del departamento de Tarapacá de fecha 19, en el que se le comunicaba que la corbeta ESMERALDA, la cañonera COVADONGA y el transporte LAMAR, buques de la escuadra chilena, hacían efectivo el bloqueo de Iquique.
Al aproximarse nuestros buques al puerto de Iquique, noté que efectivamente tres buques caldeaban; pronto pude reconocer entre ellos a la ESMERALDA y COVADONGA, que se ponían en movimiento, tomando posiciones defensivas, a la par que salía del puerto un vapor con bandera norteamericana, probablemente el LAMAR, y se dirigía al sur. La anticipación con que hizo esta maniobra y la distancia de cinco millas a que me hallaba del puerto, teniendo en cuenta las diligencias consiguientes a su reconocimiento, me decidieron a dirigir mis operaciones sobre los dos buques que antes he indicado. Llegando el HUASCAR a dos mil metros próximamente al N.O del fondeadero de los buques enemigos, mandé afianzar el pabellón y ordené a la INDEPENDENCIA, que venía del norte, próxima a la costa y a cinco millas de distancia, se dispusiese para el combate.
“Ocupaban entonces los mencionados buques posiciones a un cable o cable y medio de la playa, frente al lado N. de la población, en orden de combate la COVADONGA por la popa del otro y ambos con proa al N, de manera que estaban interpuestos entre nosotros y la población. Eran las 8 hs. 20 ms. A.M del día 21.
“Trabóse combate desde este momento entre el HUASCAR y los dos buques enemigos, y 30 minutos después, se unió y rompió sus fuegos la INDEPENDENCIA, pero nuestros tiros no podían ser bien dirigidos por encontrarnos en la boca del puerto bajo la acción de la mar, a la par que las punterías de los buques enemigos tenían en lo general buena dirección y elevación.
“La COVADONGA, después de la primera hora, salió del puerto muy pegada a la isla que cierra la parte occidental, y emprendió su retirada por la costa del Sur, barajándola muy próxima a la playa, en vista de lo cual ordené a la INDEPENDENCIA, perseguirla, quedándome, por consiguiente batiendo con el HUASCAR a la ESMERALDA.
“Mientras la INDEPENDENCIA seguía su camino y notando la inseguridad de nuestros tiros, por la causa que he dicho antes, me decidí a atacar a la ESMERALDA con el espolón; pero informado por el capitán de corbeta y del puerto don Salomé Porras, y por el práctico del mismo, don Guillermo Chekley, quienes se encontraban a bordo desde el principio del combate, de que dicho buque estaba defendido por una línea de torpedos en su delante; intenté dirigirme sobre él pasando próximo a tierra por el lado Sur para desalojarlo de la zona en que maniobraba defendido. Más, observando a la vez que se dirigía hacia el Norte saliendo de esa zona, cambié de propósito y goberné directamente sobre el centro de su casco, con un andar de 8 millas aproximadamente. A medio cumplido de distancia detuve la máquina, y la Esmeralda guiñando para evadir el golpe al costado, lo recibió por la aleta de babor en dirección muy oblicua; el espolón resbaló, su efecto fue de poca consideración, y quedaron abordados ambos buques, hasta que el HUASCAR empezó su movimiento para atrás.
“Embestí nuevamente con igual velocidad y la ESMERALDA presentó su proa, evadiendo de esta manera nuevamente los efectos del choque; sin embargo, estos dos golpes la dejaron bastante maltratada.
“En ambas ocasiones, a la aproximación de los buques y durante el tiempo que permanecieron muy cerca, recibimos el nutrido fuego de las ametralladoras que tenían establecidas en sus cofas, el de fusilería y muchas bombas de mano, a la vez que descargas completas de la artillería de sus costados. El blindaje protegió bien a nuestra gente de los efectos de tan certeros fuegos, muchos de los cuales chocaron en nuestra torre y otros rompieron algunas partes de madera o de fierro muy delgado, y permitía sostener igualmente nuestro fuego de cañón y fusilería.
“Finalmente, emprendí la tercera embestida con una velocidad de diez millas y logré tomarla por el centro. A este golpe se encabuzó y desapareció completamente la ESMERALDA, sumergiéndose y dejando a flote pequeños pedazos de su casco y algunos de sus tripulantes. Eran las 12.10 P.M. El comandante de ese buque nos abordó a la vez que uno de sus oficiales y algunos de sus tripulantes por el castillo y, en la defensa de ese abordaje, perecieron víctimas de su temerario arrojo. Inmediatamente mandé todas las embarcaciones del buque a salvar a los náufragos y logré que fuesen recogidos 63, los únicos que habían sobrevivido a tan obstinada resistencia.
“No puedo prescindir de llamar la atención de V. E. hacia la sensible pérdida del teniente 2° graduado don Jorge Velarde, para significar el notable comportamiento y arrojo con que este oficial conservó su puesto en la cubierta, al pie del pabellón, hasta ser víctima de su valor y serenidad.
“Terminado en el puerto de Iquique el salvamento de los náufragos y con ellos a bordo, me dirigí en demanda de la INDEPENDENCIA que estaba a la vista en la punta denominada Gruesa, al sur de Iquique, con el intento de ayudar al apresamiento de la COVADONGA. Noté que esta, desde que se apercibió del movimiento del HUASCAR, se alejó a toda fuerza con rumbo al sur, a la vez que la INDEPENDENCIA, algo reclinada a una banda, permanecía en el mismo sitio.
“A medida que iba avanzando pude claramente comprender que este último buque estaba varado, y preferí continuar la persecución de la COVANDONGA durante 3 horas, hasta que, convencido de que la distancia de diez millas que aproximadamente me separaba de ella, no podía estrecharla antes de la puesta del sol, creí más conveniente desistir del empeño y volver en auxilio de la INDEPENDENCIA.
“Puedo entonces apreciar que la pérdida de la fragata era total y mandé mis embarcaciones por la gente que había a su bordo, dando la orden de incendiar el buque.
“Los detalles relativos a la pérdida de la fragata los encontrará V.E. en el parte adjunto del comandante de dicho buque; este jefe con todos sus subordinados, marchan en el CHALACO a ponerse a las órdenes de V.E.
“Regresé al puerto de Iquique y remití a tierra a los prisioneros a las órdenes del general en jefe del ejército; a los heridos para su curación y a los cadáveres para su sepultura.
“Por considerarlo prudente, me moví a la mar con el fin de pasar la noche sobre la máquina reconociendo las cercanías del puerto, y avisté en la madrugada al transporte CHALACO que estaba en Pisagua. Me dirigí en demanda de él e impuesto de su comisión, ordené venirse a cumplirla al puerto de Iquique, por creerlo así más conveniente.
“Actualmente me ocupo en hacer carbón, tomándolo del CHALACO, de tierra y una lancha perteneciente al enemigo, con el fin de continuar dando cumplimiento a las instrucciones de V. E. Al terminar cábeme la satisfacción de asegurar a V. E. que todos los individuos de la dotación del HUASCAR que me están subordinados, han cumplido con su deber.
“Todo lo cual tengo el honor de elevar a conocimiento de V. E. para los fines a que haya lugar.
Dios guarde a V. E.
(Fdo.) MIGUEL GRAU.
Fuente: Revista Al Abordaje. Mayo 1947. Imprenta San Francisco. P. Las Casas, Temuco.