Reflexiones sobre Identidad

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Texto presentado por su autor JUAN TOLEDO BAHAMONDES, de Nueva Imperial, en el II Encuentro de Literatura e Historia, Lautaro 2016.

Juan Toledo Bahamondes
Juan Toledo Bahamondes

Se ha señalado que la identidad es la conciencia que una persona tiene respecto de si misma y que lo convierte en algo distinto a los demás.
Aunque muchos de los sesgos que forman la identidad son hereditarios o innatos el entorno ejerce gran influencia en la conformación de la especificidad de cada sujeto, por esta razón tiene validez expresiones tales como “estoy buscando mi propia identidad”.
Ahora bien, que es identidad, la palabrita proviene del latín. La identidad es el conjunto de los rasgos propios de un individuo o de una comunidad.
Estos rasgos caracterizan al sujeto o a la colectividad frente a los demás.
“Una persona tiene derecho a conocer su pasado para defender su identidad”.
Lo cierto es que, al parecer, Chile se ha dejado penetrar culturalmente, lo que ha terminado por hacer perder su propia identidad y ostentar una distinta, deformada, impuesta por muchas identidades.
A la llegada de los “Hispanos Enlatados”, hacía algunos cientos de años se habían marcado las diversas etnias indígenas que conformaban este territorio, marcándose de forma especial, lo que hoy se conoce como la Región de Araucanía”. Fue allí, donde se establecieron los “Hombres Azules”, y poco más al sur “La Gente de los Ríos” y en lo que ocupa Nueva Imperial, se ubicaban “la Gente de las Canoas”.
Ya lo señaló Alonso de Ercilla en La Araucana “Chile, fértil provincia y señalada/ en la región antártica famosa, /de remotas naciones respetada/por fuerte, principal y poderosa;/ la gente que produce es tan granada,/ tan soberbia, gallarda y belicosa,/ que no ha sido por rey jamás regida/ ni a estranjero dominio sometida.//
¡Hay allí una identidad clara poderosa!
Luego la Canción Nacional, entra a confirmar que se busca un patrimonio cultural cuando dice “Puro Chile es tu cielo azulado, / puras brisas te cruzan también/ y tu campo de flores bordados / es la copia feliz del Edén”… Si buscamos en los mitos y leyendas ancestrales nos encontraremos con muchas razones para querer a nuestro medio, a esta tierra, pero siempre habrá costumbres foráneas que las trastrocarán.
Siempre habrá influencia externa, la música ranchera llegada desde el país del norte, México, eliminó la música chilena, las tonadas, guarachas, tonadillas y otras. Así como la música influye, también ocurre con la literatura, siempre sabremos más de los escritores extranjeros que de los nacionales. Pero, lo más dañino de aceptar lo extranjero se dio en la forestación, cuando se fueron reemplazando los árboles nativos para traer los de fuera; con lo que causaron una ruptura natural. (Entraron a tallar especies como el eucaliptus y el pino)
Lo malo de todo esto es que lentamente hemos perdido nuestras raíces, y la mezcla étnica, cambió el panorama antiguo para forjar un panorama distinto. Surgen dioses diferentes, la guerra, se hace ritual, el metal aurífero es adorado, y con ello aparece una frontera imaginaria, distinta.
Surgen razones en las sin razones, se hurga en lo desconocido, olvidando lo conocido y se empieza a perder del todo la identidad. Es cuando aparecen en papeles amarillentos de tiempos, ideas diferentes, sueños perdidos en el pasado. Algunos esbozos cronísticos, que nos hablan de otros tiempos, de otros dioses de otras vidas y de otros sueños. Nace entonces una visión diferente y se empieza a proyectar el rescate de la identidad sumergida en el Tiempo, Es cuando surge la cuestionación, de si vale la pena buscar esas raíces que se perdieron en el pasado. La Historia nos sumerge en un espacio tiempo. En un círculo de hierro, nos habla de hechos, de sucesos. Se pierde en la oscuridad y… aparece como una utopía el desentrañar el pasado.
Surgen ideales que nos sueñan una esperanza de ser, distinta si buscamos dentro de mitos y leyendas, de historias orales, de cuentos de abuelos, y de sueños; los que unidos a crónicas perdidas en archivos, podrán darnos, tal vez una salida diferente, a una identidad distinta, y, tal vez, nos muestre una Región cambiada, morfoseada, una provincia diversa, una comuna más nuestra y hasta, es posible nos entregue un pueblo más nuestro, más familiar, más compartido y mucho más humano

La llegada del siglo veintiuno, nos replantea el problema de identidad local, regional y nacional. La pérdida de ciertos valores localistas y la puesta en marcha de una globalización que si bien nos envuelve atrapándonos no nos pertenece. Nos hace sentir como peces en la red que los saca de su hábitat para llevarlos a la muerte.
Lo malo de esta ficción llamada identidad colectiva globalizada es que termina por dejarnos volando a poco andar por no identificarnos. La globalización es una creación de un grupo económico que mueve los lineamientos, apoyada por el internet y por periodistas que se han dejado cautivar, subyugar por las remuneraciones que esa campaña ofrece. Asimismo por grupos políticos que buscan mantener una inestabilidad, que pudiera desembocar en un conflicto que puede entregarles el poder.
En nuestro país se mantienen conflictos artificiales que producen enormes pérdidas al erario nacional. Problemas que nadie entiende. Como ejemplo una protesta en Santiago arrasa con un cuanto hay, no dejan palo parado (señaléticas, alumbrado público, jardines, bancas y hasta vitrinas) los que tienen un alto costo de reposición.
En el caso de la Región, de nuestra Región, se mantiene un conflicto denominado mapuche, el que manejan desde el extranjero. Que fue generado hace siglos en España. Este conflicto de ahora es como la lucha de clases en el siglo XIX. Nunca se encontrará una solución si no hay deseos de las partes de solucionarlo.
El internet, maneja la forma de vestir o lucir, sin la forma de pensar, que hacer y que dejar de hacer. En nuestro medio se perdieron muchos dichos, muchas costumbres y hasta muchas celebraciones, las que se reemplazaron por otras foráneas que nada significan para nosotros. Felizmente aún conservamos nuestros “BOMBEROS VOLUNTARIOS”. Los que han sido combatidos por ser un signo de la solidaridad y de la esencia nacional. Siempre habrá críticas, muchas veces sin razón. Se busca eliminar la “TELETÖN”, la que nació un día como una solución a un problema, se proyectó y fue copiada en el extranjero, pero ahora se procura su muerte, tal vez, quizás, por el hecho de tener el poder de manejar la solidaridad chilensis, encerrando parte del pasado nuestro.
Se desapareció de nuestro sur llovido la FIESTA DE LA CRUZ DE MAYO una celebración ancestral, que venía desde los orígenes mismos de la Araucanía y se le reemplazó por la celebración yanqui del Halloween. Las dos formas son muy similares, solo que la nuestra era una fiesta de solidaridad juvenil, de compañerismo, con un pensamiento cristiano, mientras que el nuevo es una transformación del pensamiento juvenil con algo de vivencias foráneas y sin nada de humanismo.
Se han perdido muchas costumbres rurales y criollas, las celebraciones de San Pedro en la costa, el curanto de San Juan y Santa María en los campos y otras actividades campesinas (San Francisco y la cruz del trigo,)
Asimismo, las vitrinas del comercio (antes eran comercios de barrios) eran un muestrario de lo que en ellas se vendía y a la vez eran productos propios de los lugares, en cambio hoy todo es ajeno, lejano a nuestra idiosincrasia. Una muestra son los celulares, que son objetos comunicacionales que han terminado por anular la comunicación entre las familias, los amigos y hasta los vecinos.
Lo cierto es que Lo identitario tiene que ver con valorar conscientemente la pertenencia a una historia común, a una misma manera de vivir el mundo. En definitiva, se refiere a un patrimonio cultural compartido, compuesto por elementos tangibles e intangibles. Como ejemplo de estos últimos son los valores, ritos y tradiciones.
En un discurso teñido de pesimismo, encontramos que se ha querido responsabilizar a la globalización de la crisis de identidad que vive nuestro país. Si bien es cierto que la globalización entraña tanto beneficios como desventajas, no parece estar cumpliéndose la profecía de que ella implicaría una homogenización de la cultura. Paradójicamente, la globalización ha permitido darnos cuenta de que hubo algo nuestro que es preciso recuperar.
La verdadera amenaza a nuestra identidad está latente en nuestra propia sociedad y se relaciona con una ausencia de sentido histórico. Se trata de la ignorancia o miopía de los chilenos para evaluar la radical importancia que tiene para el desarrollo del país y de sus individuos rescatar, fomentar y valorar la identidad cultural colectiva. A menudo se señala la falta de interés de las nuevas generaciones acerca de nuestra memoria histórica, pero como afirmó San Agustín, «nadie puede querer lo que no conoce”. Tal vez, falte interés por conocer las raíces, nuestros orígenes. Nuestro ser.
Se hace una necesidad el estudio del pasado, el conocimiento de nuestra historia, el canalizar nuestra literatura, para poder entrar a conocer el patrimonio identificatorio, que nos permitiría hablar con miras y entrar a defender lo que es nuestro. Es aquí donde en verdad juegan un papel importante los creadores y los investigadores, para entregar las pautas, los lineamientos que nos lleven a redescubrir nuestro ser y encausar la identidad y volver a identificarnos con la “estrella solitaria y con el tricolor”.
fin

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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