Escribe: Luis Valenzuela
Esta es sin duda una gran escultura. Sus medidas, sus proporciones, y su movimiento son casi perfectos. Durante varias horas embelesado por esta obra de arte, de su fuerza, del paisaje y la lluvia, me regocijé de la belleza de esta escultura en metal. Se deben haber necesitado muchas horas de trabajo para llegar a su perfección y diseño.
Vayan mis felicitaciones al autor por un trabajo bien hecho, no es común encontrar esculturas tan hermosas, tan bien diseñadas y que repliquen tan fielmente la dinámica del movimiento equino y el paso de un alazán que corre libre por la pradera. Los caballos llegaron con el descubrimiento y posterior conquista de América por los españoles; gran parte de ellos traían en sus genes las características del caballo árabe que pobló el Sur de España durante la ocupación que los Moros hicieron durante más de cuatro siglos de gran parte de la península a principios del milenio pasado y, eso se puede ver en esta magnífica escultura.
El poblado de Malalcahuello que en Mapugundun significa “corral de caballos”, es un hermoso lugar enclavado en un valle de la Provincia de Malleco, Novena Región, unos kilómetros hacia el Este de Curacautin. Conserva hermosos paisajes vírgenes con especies nativas de belleza inigualable.
Nota de Redacción:
Tal como lo señala Don Luis en su nota, esta es una hermosa obra de arte y corresponde al escultor Sergio Abarca Merino, radicado en Curacautín, quien junto a los vecinos de esa villa logró recuperar muchos clavos de riel cuando el ferrocarril dejó de correr por el sector, con los que más tarde pudo concluir esta escultura que se ubica en la plaza de Malalcahuello. Esta es una zona donde en invierno las nevadas son constantes, por lo que el nombre de “caballo de nieve” no pudo haber sido más acertado.
El escultor es también autor de otras obras en metal, de las cuales cuatro se encuentran ubicadas en diversos lugares de acceso a Curacautín.