Cementerios y Salitreras Olvidados en la Pampa Nortina

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Escribe: Luis Valenzuela Castillo

Desperdigados sobre la pampa desnuda, lejos de las oficinas y los caseríos, como tratando de interponer una distancia entre éstas y estos lugares «Sagrados», logré observar muchos cementerios como el que sale en una de estas vistas. Al parecer ya nadie los visita y la maldad que en algunos insanos está primitivamente más arraigada y despierta con facilidad bajo determinadas circunstancias las ha dañado y destruido, dejando expuesto a la intemperie el contenido sagrado de muchas de ellas.

 A pesar de que en el plano económico, es la II Región es la que más ha progresado y gravita en el impulso económico del país, tiene sin duda una gran deuda en materia de cuidado y mantención del patrimonio cultural. Las normativas ambientales deberían considerar dentro de las exigencias a los grandes proyectos mineros, empresas que abundan en Sierra Gorda y sus alrededores, un impuesto ó gravamen que se utilice para la restauración, cuidado y protección de este patrimonio histórico. El bullado royalty se las enveló nadie sabe para dónde.

 

En la lenta marcha del bus por estas llanuras interminables entre Calama y Antofagasta, evoqué esos tiempos en que estos campamentos bullían de actividad, los más pequeños con sus cambuchas al viento y sus camioncitos hechos con tarros de conservas y alambre, otros corriendo detrás de las cometas y coloridos volantines. Los más grandes tras la pelota de trapo en la cancha, con improvisados arcos de piedra ó un par de calamorros, en pichanga interminables de a cincuenta goles por lado.

 Estoy seguro que esas persona que vivían allí, a pesar de todas las dificultades de vivir en la desnuda pampa, con carencias elementales y hasta a veces privados de libertad…………eran más felices que nuestros conciudadanos de hoy día, esclavizados por el opio de la tecnología.

 Me acordé y extraje de mi bolso un libro de mi amigo escritor Juan García Ro «Huellas y Mirajes», su última publicación. Lo he leído varias veces en estos días y de él seleccioné este ensayo:

 No hay nada más triste

 No hay nada más triste

que un cementerio
en plena pampa salitrera.

Incluso,
ni siquiera un tren inmóvil en la lluvia
como escribió el poeta.

Lugares que sólo conocen
coronas de zunchos
descoloridas flores de hojalata
oxidados tallos de alambre.

Días secando los restos de los idos
tardes llenando de polvos los recuerdos
noches enfriando sentimientos.

Los pasos de los mirajes
no se oyen sobre el salar
y están clavadas las cruces
a la sangre de los crepúsculos

Parajes de profundos caminos,
huellas hechas por lágrimas
accidentes y masacres.

Tierra de un violento color olvido,
desahuciada por la sed
y soles diarios, lapidarios.

Extensiones donde hasta el viento
agoniza de pena,
y silencios andan callados entre las tumbas,
tal vez buscando ternura.

No hay nada más triste que un cementerio,
a las afuera de una oficina abandonada.

No hay nada, nada …..¡Dios mío!
más triste en este mundo.

Desperté llegando a Antofagasta, curiosamente no estaba dormida, miles y miles de lucecitas titilaban en su extendida figura.

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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