El Pito Policial Cumple 190 años

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En tiempos de la Colonia era muy común escuchar el canto de los serenos durante la noche, quienes informaban a los vecinos de la hora y el estado del tiempo. En aquellos lejanos años en que los relojes eran casi desconocidos y muchos viajeros debían salir prácticamente de noche a su destino, esta información era esencial. Así los serenos acomodaban su canto a las circunstancias:

“ AVE  MARIA  PURISIMA …
LAS DOCE HAN DADO  Y NUBLADO.

(O  BIEN)

LAS DOCE HAN DADO Y LLOVIENDO…
LAS DOCE HAN DADO Y  SERENO…”

Pero este canto era “adornado” con singulares expresiones de los viejos serenos que con el correr de los años los iban arreglando con peculiares oraciones:

YA VIENE LA LUZ DEL DIA
DÁNDOLE  AL MUNDO CONSUELO.
VÍSTESE EL CAMPO DE FLORES
Y DE ALEGRIAS EL CIELO.
YA ME VOY A MI RETIRO
A DORMIR SIN TENER SUEÑO,

ME RETIRO PORQUE SON
LAS  CUATRO Y MEDIA  Y SERENO.
ALABEMOS AL SANTISIMO
SACRAMENTO  DEL ALTAR.
Y A LA VIRGEN CONCEBIDA
SIN PECADO ORIGINAL.

YA DEJO MI PUNTO SOLO;
ME RETIRO FATIGADO
NO HE TENIDO NOVEDADES
Y SON LAS CINCO Y NUBLADO.

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Pitos usados por las antiguas policías y Carabineros

Esa es la tradición más conocida de esos serenos meteorólogos que duró hasta más o menos 1860. Pero aunque parezca increíble hay ciertos elementos que pese a una larga data, todavía son utilizados por  nuestros Carabineros, descendientes de aquellos románticos serenos de antaño. Uno de ellos y que tiene una antigua tradición en las antiguas formaciones policiales de nuestro país es el Pito Policial, hoy modernizado por el pito metálico que usan estos uniformados.

Su uso fue declarado obligatorio el 30 de junio de 1822, cuando el Director Supremo don Bernardo O’Higgins Riquelme dicta el  “Reglamento de Serenos”, en el que por primera vez  aparecen las normas  que dan vida en ese cuerpo al Pito Policial. Esta disposición decía en parte lo siguiente:

19.- Diariamente  concurrirán a las cuatro de la tarde a casa del Inspector General, para tocar la contraseña que por la plaza se da, y la de reunión que señale el inspector,  la cual  distribuirán  los cabos  a los serenos de sus escuadras  en  papeles  cerrados; cuidando unos, y otros  de resérvalos  con el mayor secreto.”

“ 21.- Cuidarán los cabos con el mayor  esmero que los auxilios  que pidan los vecinos sean dados prontamente;  con especialidad  cuando se ven acometidos  de ladrones;  debiendo en este caso  concurrir los serenos más  próximos  a prestar su socorro, luego que oigan la señal de reunión, bajo la pena tomarán en el instante una razón  de los serenos concurrentes; procediendo luego a custodiar las calles, que quedaron solas con motivo de la asistencia de los de las más inmediatas a la agresión, hasta tanto que aquellos vuelvan a ocuparlas”.

En el título referente a las obligaciones de los Serenos  y sus penas, el  Reglamento dispone su  presentación todas las noches “a la oración”  en su destino, con un par de pistolas, alabarda y sable, para vigilar las calles “rectas y atravesadas”,  las que debían recorrerse cada media hora, para evitar desórdenes. Continuaba el reglamento:

“ 26.- Su  primera diligencia será tocar el pito, anunciando al público la hora, luego el tiempo que hace,  en esta forma -tal hora llueve- o serena la noche etc., debiendo  repetir esta noticia  a cada cuarto de hora, que diese el Relox,  y permaneciendo en este egercicio hasta la cinco de la mañana”.

 En esa época toda persona  que transitaba  por las calles santiaguinas, debía ser identificada, procediéndose a la detención de aquellos que resultaren “sospechosos”,  previo conocimiento del hecho por el Cabo y el Inspector General, de lo que debía darse cuenta  a la justicia al día siguiente. Sobre  el particular, decía más adelante:

“ 33.-  No  ocurriendo alguno de estos motivos, sólo hará, el Sereno con el pito la señal que se le señalará, para que el inmediato  sepa que pasa  una persona, y le conteste  -Avise  al siguiente con igual  señal-, y mientras que el primero no perciba esta contestación  debe repetir  la seña hasta que contemple haber pasado el que la ocasionaba, e irá luego a instruirse de la causa de la falta de dicha contestación, y dar de ello aviso al cabo.”

Los castigos a que se exponía un Sereno por no concurrir a una señal de auxilio eran bastante severos, según se desprende de los artículos 40 y 41 del ya citado reglamento:

“ 40. El  Sereno que no concurriese  pronto al auxilio, y avisos en casos indicados, será castigado conforme a las resueltas que se hayan  causado  por su malicia o descuido,  depuesto, y declarado inhábil;  anotándose  así en su respectiva foja.”

“ 41.- Los de barrios confinantes, que no ocurrriesen  prontamente a la voz de reunión,  sufrirán tres días de arresto, sin  admitírseles disculpa y sin perjuicio de castigarles según el  daño que se sugiere de su defecto. Esta  circunstancia  decidirá  de su deposición o permanencia.”

Es posible que Don Bernardo haya traído la idea del pito de la lejana Inglaterra y más precisamente de Londres, donde estudió en su juventud y donde este elemento era muy usado por la policía londinense.

Así  bajo este reglamento dictado por  el Director Supremo O’Higgins, podemos decir  con certeza  que se dio vida al noble pito policial, de cuya existencia nos da algunas  referencias  el marino inglés Longeville Vewel,  en sus memorias editadas en 1829,  quién refiriéndose a su paso por Chile, dice lo siguiente:

“La  Policía  de Santiago es bastante activa y la ciudad está  custodiada  durante  la  noche  por Serenos… Están   obligados  a  vocear  el  tiempo  que  hace  y  la  hora  cada  cuarto de hora en Santiago y cada media hora en Valparaíso,  haciendo  sonar  de  cuando  en  cuando  un  pito  para  anunciar  su  presencia o llamar  a sus  camaradas.»

Un nuevo Reglamento de Serenos dictado el 4 de  febrero de 1841, ratificó la vigencia del uso del pito diciendo: “Cada  Sereno  concurrirá  a  prestar a los demás el auxilio que necesitaren,  siempre que le fuere pedido por medio de las señales convenidas”. Es indudable que estas señales no eran otras que las que se emitían por medio del pito policial.

Por su parte el reglamento para el cuerpo de vigilancia de Santiago,  de 6 de  junio de 1850, en su  Art. 15 decía: “Habrá  en el Cuerpo de Vigilantes  señales acordadas  para las  que se servirán  del  pito:

Para  llamar a las patrullas de los  puntos limítrofes; al jefe  de escuadra; a los jefes de patrulla; para reunir a las patrullas y para reunir a todo el  cuerpo.»

En enero de 1851,  se organiza la Brigada de Policía  y en el mes de agosto de ese mismo año, el comandante del cuerpo solicita a las autoridades la cantidad de 378  pitos, los cuales “considera como parte del armamento del soldado”.

A fines del mismo mes, mediante un oficio a la intendencia dice “cuando se organizó  la brigada  -22 de enero de 1851- fue preciso hacer que los individuos de ella adoptasen  una señal, por la cual pudiesen pedir auxilio y en los  casos en que  por sí no les fuera  posible impedir los desordenes, para cuyo fin y como más conocidas sus señales, se resolvió  usar el  pito”. Más  adelante solicitaba el pago de $58 por 378 pitos, los cuales habían  sido proporcionados por el 2º Comandante de la Brigada.

Paralelamente se  continuaba  voceando  el  canto  de  la  hora,  el  que con  el  correr  de  los  años  fue  suprimido  por  el  Comandante  Manuel Chacón Garay,  por  considerarlo innecesario  y  además,  en  ocasiones  molestaba  a  los  vecinos,  ya  que su  uso  era  solamente  nocturno.

Veamos una nota del diario El Ferrocarril en su edición del día 6 de agosto de 1862, la que decía lo siguiente: Alarma de Incendio.- El viernes en la noche se esparció por la capital una alarma de incendio, que no dejó de hacer trinar el pito de los policiales por algunos minutos, ni de hacer correr con precipitación a muchos; pero indagando el origen de esa alarma, se vino a descubrir que el incendio era una cantidad de paja que se quemaba en la calle vieja de San Diego afuera.

No deja de ser significativo que El Ferrocarril, el diario más importante de la capital en esos años, se preocupara del trinar de los pitos policiales, en una época en que los guardianes, junto con tocar la alarma de incendio debían colaborar activamente en apagarlos, a falta de bomberos voluntarios, que sólo serían conocidos en Santiago al año siguiente, luego del fatal incendio de la Iglesia de la Compañía (8 de diciembre de 1863).

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Caricatura de Tom en revista Corre y Vuela, agosto 1916

Luego de creada esta Institución, los policiales tenían la obligación de pasar la alarma y acudir a todas las casas signadas con una estrella, que indicaba que allí vivía un bombero y despertarlo para que concurriera al llamado de incendio.

El  pito  policial  subsistió  como  medio  de  comunicación   durante  todo  el  siglo  a  las  organizaciones  y  reorganizaciones  policiales,  siendo  su  uso  eminentemente  para  la  policía  urbana.

Los  primeros  pitos  eran  confeccionados  de  hueso o madera,  con  un  largo  de  10  cms.,  un  orificio  a  3  cms.  de  la  parte  superior  y  un  tapón  de  corcho que  permitía  regular  la  pasada  del  aire.

Graduando  la  salida  del  aire  por  el  extremo  inferior,  se  lograban  sonidos  graves  y  agudos,  que  interpretados  como  “puntos  y  rayas”,  tienen  cierta  similitud con  el  principio  de  las  señales  telegráficas.  Estos  toques previamente  acordados,  permitían  transmitir  algunas  órdenes  a  los  puntos  más  distantes de  la  población cubriendo  ampliamente  las  necesidades  de  la  época.

Su  uso  plenamente  difundido  en  la  policía,  era  bastante  eficaz  en  caso  de  alarmas  de  incendio,  pero  a  veces  los  toques  no eran interrumpidos con la debida premura, por lo que la Prefectura, mediante su orden del día de fecha 9 de febrero de 1897 disponía “se recomienda a los señores Comisarios que ordenen a los Guardianes de las Comisarias a su mando, que en caso de incendio, cesen el piteo cuando concluya de tocar la alarma y den pronto aviso a los bomberos que hayan colocado una estrella en la calle (Fdo.) F. Díaz C.”.

El Pito en Carabineros

Con el nacimiento de Carabineros de Chile, el pito policial no perdió vigencia. Su uso se estimaba útil y necesario, por lo que con fecha 13 de diciembre de 1928  se dictó el Reglamento para el uso del Pito Nº 44, que en su artículo 1° dice textualmente: El pito metálico, modelo alemán, que existe actualmente en los Almacenes Generales de la Institución, es una prenda de equipo que siempre llevará consigo el personal de Carabineros, de fila,  asimilados de uniforme y de Investigaciones.

Este Reglamento, al igual que todos los de Carabineros, era tan taxativo que obligaba a acudir con  rapidez, al personal de oficiales tropa y agentes, cada vez que escucharen “llamada a compañero“, aunque se encontraren de servicio, franco o con licencia, no importando si anduvieran  de uniforme o de civil, debiendo al mismo tiempo contestar la llamada.

Así el noble pito, que había servido a Serenos y Guardianes en tantos procedimientos y llamadas de auxilio, adquirió vida reglamentaria en Carabineros de Chile, considerándose su uso no sólo en la ciudad, sino que extendiéndose también al sector rural, donde prácticamente no existían medios de comunicación.

Establecido el uso reglamentario del pito, surgió la posibilidad de obtener un mayor alcance del sonido mediante el uso de un pito de metal, para cuyos efectos la Dirección General dispuso una Comisión, la que en conjunto con el Director General de bandas de Carabineros, emitieron un informe en el que determinaron que el pito metálico tenía mejor onda de sonido que el de madera, por lo que recomendaron su uso a la institución.

El Pito de Tránsito

No tan antiguo como el pito de madera, el pito de tránsito (que es su continuador), es hoy un elemento importante en el servicio. Su uso no obstante se ha difundido con mayor eficacia en las grandes ciudades. En las pequeñas, el Carabinero prácticamente no necesita de él para cumplir su labor. Con sólo levantar el brazo, los conductores saben que deben detenerse y desde siempre han respetado esta señal.

Las primeras disposiciones conocidas relativas al pito de tránsito, tienen su origen en la letra  g) del artículo 4º del Reglamento para el uso del pito nº 44, de 1928. En el se dispone un toque especial con el pito de madera para detener el tránsito, siendo éste de dos toques largos de sonido vibrado, el que se obtenía mediante la colocación del dedo índice en la válvula.

Luego el reglamento Nº 10, de 1931, en su Artículo 20º, letra g), refiriéndose al uso del pito de madera, decía: “para detener el tránsito de vehículos, dando libre pasada a los peatones en toda dirección o para hacer que se aprehenda por el Carabinero más próximo a una persona que se persigue, toques repetidos cortos, que se obtienen colocando el dedo en la boca del pito.

Los Carabineros de tránsito pueden usar, además, pitos de modelo especial para la dirección de tránsito público.

Sin embargo, pasarían muchos años todavía para que el pito de tránsito, tal como lo conocemos hoy día, sentará sus reales junto a los elementos indispensables de todo Carabinero, como son el arma, lápiz, libreta de servicio, esposas, etc.

Con la donación de 100 pitos efectuada por la I. Municipalidad de Santiago a la Prefectura del Tránsito, a principios de 1953, nacía otra era para el pito en Carabineros de Chile, así fue como se dictó un disposición especial sobre su uso, tipos de toques y una serie de medidas para agilizar el tránsito utilizando este medio.

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Opúsculo en rústica que consigna la historia del pito en la policía, 1994

Aunque en algunos textos de siútica procedencia se le llama «silbato policial», esta denominación nunca se utilizó en nuestras policías. Así el antiguo pito de madera ha pasado a ser una pieza de museo, ya que la modernidad impuso definitivamente su cambio por el pito metálico, pero su función de apoyo a la función policial persiste todavía tal como lo dispusiera el Director Supremo Don Bernardo O”Higgins en el ya obsoleto “Reglamento de Serenos” de 1822.

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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