EMA ROSA JARA y SUS RECUERDOS DE SELVA OSCURA

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  • Su vida en el campo
  • Aprendió a leer en su casa
  • La casaron sin haber pololeado
  • Su padre construyó una reja de fierro para su tumba antes de morir

Hemos llegado hasta el domicilio de la señora  Ema,  una dama de 93 años, nacida en Selva Oscura, quien  perfectamente lúcida, nos recordará sus vivencias de los años 30 y 60 del siglo pasado en ese pequeño pueblo de la comna de Victoria.

De partida nos recuerda: Yo nací en el fundo La Reserva, alrededor de Selva Oscura el año 1929. Este fundo Colindaba con Selva Oscura.

Qué cosas recuerda de su niñez?

-Mi niñez fue muy linda, porque mi papá se preocupó mucho de nosotros. Él vivió y trabajaba en el fundo  y en la casa no faltaba nada, nada. Yo tuve la suerte de que nunca anduve mal vestida, nunca me falto nada, nunca anduve sin zapatos.

Su papá era trabajador o era el dueño del campo?

-No, él era mediero, es decir todo lo que sembraba era en medias con el patrón del fundo. A él se le entregaba la semilla y cuando cosechaba se le pagaba la semilla y se repartían de todo lo demás. El sembraba mucho trigo; no había escasez de pan, de nada. Igual le daban permiso para que criara animales. Siete yuntas de bueyes llegó a tener mi padre, más un caballo y una vaca.

-Yo entré al colegio de diez años, pero cuando entré al colegio ya sabía leer.

Cómo aprendió a leer?

-Bueno, yo tenía dos hermanas mayores y ellas me enseñaban en sus ratos libres. Éramos cuatro hermanas.

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Taladro o barreno
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Mueble hecho por don José del Carmen Jara
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Antigua pata, yunque o zuela para reparar zapatos

Cómo era la vida en su casa de campo?

 -En un principio había una cocina separada de la casa, con un fogón en el que se cocinaba. Como mi papá era muy curioso, porque tenía una fragua y un taller mecánico, entonces el hizo una cocina y unas parrillas para cocinar, hacer asados y ahí se colocaban las ollas y la tetera. También se hacían muchas tortillas, porque eso era el pan diario. A veces también se hacía pan, pero no siempre.

Que cosas consumían como comida?,

-Bueno, pancutras, carne también porque no faltaba; cerdo, vacuno. Mi papá engordaba un cerdo muy gordo del que se sacaba la manteca. Así que había de todo, cerdos, gallinas, gansos, patos, todo eso se criaba en la casa, por lo que no había escasez. A esto se agregaban las legumbres como porotos, lentejas y arvejas; también se hacían porotos nuevos en conserva, en botellas; la miel también la cosechaba mi padre porque tenía cajones que el mismo preparaba para el consumo de la casa. Por otra parte, en la quinta había árboles frutales, por lo que tampoco faltaban las frutas y mi papá había hecho una máquina para hacer chicha, la que tomábamos fresca, además se hacía chicha para los vecinos de los alrededores. Cada uno llevaba los sacos de manzana que quería para su consumo.

También había un palomar que estaba ubicado en la cornisa del granero. Era una gran cantidad de aves, las que también servían para el consumo de la casa y también servían para adornar el diario vivir de la vida campesina.

  Cómo fue su vida de escolar en Selva Oscura?

-Mire, había una sola escuela, con un pabellón con dos salas de clases y una profesora. Se llamaba Elena Riquelme Gordon, era de Mulchén. Ella hacía le hacía clases en la mañana a los grandes de tercero a cuarto y en la tarde a primero y segundo año.

-Yo era muy buena para estudiar, me gustaba mucho leer, Pasé de 3ro a 4to con puros 7. Había sólo hasta cuarto, pero yo no alcancé a ir a ese curso, porque cuando cumplí los trece años mi papá no quiso que yo estudiara más, a pesar de que tenía a mi abuelita en Selva Oscura y ahí parábamos, no quiso que yo siguiera en la escuela porque estaba muy grande y nos podía pasar cualquier cosa.

-Mi abuelita había llegado a Selva Oscura de La Reserva; era viuda, pero tenía bueyes, los que arrendaba, porque eso se usaba mucho en esos años.

-Los más antiguos contaban que ese lugar antes de que se creara Selva Oscura era pura selva virgen, impenetrable, por eso le pusieron ese nombre. De los primeros tiempos no sé mucho pero las casas se fueron haciendo de a poco. Cuando yo vivía allí creo que había unas 200 personas viviendo en el pueblo.

-Por esos años estaban las tiendas de don Manuel Seguel, otra de don Antonio Pérez. Ellos vendían productos de tienda y abarrotes, tenían géneros y zapatos, lo mismo el turco Zerené, su negocio era bien surtido. Había cuatro carnicerías, don Santiago Robles y don Santiago Jara tenían cantina y también había otro que vendía licores. Era lindo cuando había tren, porque los comerciantes viajaban a Victoria a buscar la mercadería y algunas se la iban a dejar directamente al pueblo.

Usted oyó hablar de “El Riel” alguna vez?

-Si, pues, si, era un desordenado (risas). Nosotros vivíamos en la mitad de la cuadra el riel estaba en la esquina, porque cuando mi papá vendió la casa de mi abuelita, entonces el que compró la casa la arrendó al Riel. No sé de donde era el dueño, pero lo que recuerdo es que había sido un  carabinero que lo habían echado del servicio y vivía con una mujer joven. Yo creo que a ese negocio le pusieron así porque tenía un riel de varón para amarrar los caballos.

-También había una farmacia en el negocio de la señorita Matilde Mejías. Allí en ese negocio estaba el teléfono público, que funcionaba con mensajero. Si se recibía un llamado para alguna persona del pueblo, la iban a buscar a su casa para que fuera a atenderlo. Este negocio, muy concurrido, estaba casi frente a la estación.

Desde niña mi mamá nos enseñó a tejer a mí y a mis hermanas, además aprendimos a hacer labores de bordado de manteles, carpetas y pañitos, que en esos años se usaban mucho. Estos trabajos los hacíamos para la casa y también para la venta. Como se sabía que nosotros trabajábamos en eso, un día llegó a la casa la señora Amanda Tamm, que era casada con don Enrique Morstard y nos hizo un pedido de tejidos para niños, lo que hicimos durante un tiempo, porque ella los andaba a Europa donde les sacaba buen precio.

-Mi papá era muy católico y siempre íbamos todos a la iglesia del pueblo. En una oportunidad se nos comunicó que iban a haber confirmaciones y que para eso había que tener una madrina, elegida por uno; así que yo elegí a la Juanita González, que era la nuera de don Manuel Seguel.

-En la calle Exequiel Romero funcionaba el local de “El Rancho Grande”, lugar donde se escuchaba música folclórica y ahí se hacían fiestas y se bailaba, pero nosotros no íbamos. La gente era huasita no más, vestía corriente, pero se les decía huasito o huasita en el “hablamiento” común.

En esos años, había vehículos en el pueblo?

-No había vehículos, sólo carretas y caballos, el único auto era el del patrón de La Reserva, que se llamaba Pedro Adán. Era un autito blanco; cuando pasaba por el camino frente a la casa, nosotros salíamos a mirarlo como una cosa rara. Claro que toda la gente se movilizaba en carreta, cuando se iba a Selva Oscura, íbamos en carreta.

-Mi papá trabajó más de 30 años en el fundo, así que después pensó en comprar un pedacito de tierra y salirse porque ya eran muchos años y no podía trabajar tanto. El era maestro, le hacía todo al patrón, el era competente, le ponía las puertas en las divisiones, hacía ruedas de carreta en la fragua que tenía en la casa y muchas otras labores de campo.

-Después nos vinimos cerca de Puente Negro donde mi papá compro unas tierras. Mi papá era carpintero, era muy bueno para hacer muebles como aparadores con espejo, marquesas, cómodas, mesas, sillas, así que tenía su casa bien presentada, porque comprar esas cosas eran muy caras y no siempre eran de calidad.

Cuando se hizo el cementerio en Selva Oscura mi papá armó una reja de fierro para su tumba en la fragua que tenía. Él se llamaba José del Carmen Jara y todavía se puede ver instalada en el cementerio.  

Reja Jose Jara
Reja construida por
don Jose Jara

-Yo fui muy temerosa, le tenía respeto a mi papá y no le quería dar problemas, porque mis hermanas mayores se habían casado y en una oportunidad mi papá encontró a una de ellas pololeando y la castigó mucho, por eso yo nunca intenté pololear siquiera. Después apareció uno “de los que uno no quiere”, era trabajador de mi papá no más. Yo lo conocí cuando empezamos a ir a la iglesia evangélica y dos años después se le ocurrió casarse conmigo, a pesar de que no teníamos nada, pero el igual fue a hablar con mi papá.

Y si su papá le hubiese dicho que no?

-Mi papá dijo que no y como yo no tenía nada con él, no habíamos hablado ni una sola palabra, así que intercedió el guía de la iglesia, el habló con mi papá: “¿qué ha pensado hermano, va a dejar que se case la hermana Ema con el hermano Juan?”

-Él le decía que le diera más tiempo y una vez le prometió que leería la biblia para ver qué decía sobre eso. Días más tarde habló con el guía y le manifestó que había encontrado un versículo que hablaba sobre el que daba su hija en casamiento hacía bien, pero el que no la daba, hacía mejor. Y yo quiero hacer mejor le dijo.

-Yo le dije a mi papá “Papá, yo no tengo nada con él, y si usted no quiere, no me caso. Pero a los meses después Juan le empezó a decir: usted se va a morir de repente y cuando las niñas solteras quedan solas, no falta quien hable mal de ellas; y por ahí se fue dando. Claro que mi esposo salió bastante bueno.

 Cada vez que había una discusión, aunque él no tuviera la razón, yo me quedaba callada ¿y sabe lo que hacía él ?, reconocía y después Iba al centro y me compraba algunas cosas. Así que es mejor así, porque cuando la otra persona no se calla, es más peligroso.

-Bueno nosotros nos casamos y estuvimos tres meses en la casa y él después me dijo: tengo que sacarte de esta casa, entonces le dijo a mi papá que él estaba acostumbrado a trabajar en el fundo, así que justo lo nombraron guía de clase en la iglesia, así que arrendó una casa y nos fuimos a vivir a Selva Oscura.

-Ocho años vivimos en Selva. A mi me conocía toda la gente, pero el año 1962, el decidió irse a Victoria, a hacer otra vida, así que dejamos atrás el campo y el pueblecito donde habíamos vivido gran parte de nuestra vida matrimonial y del que guardo tan buenos recuerdos.        

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Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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