El silbato de la locomotora tipo 57 N° 518: la negra del Viejito del Acordeón

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Locomotora tipo 57 °518 en Carahue, foto de J.C.T 2018
Locomotora tipo 57 °518 en Carahue, foto de J.C.T 2018

 

Autores: Juan Cornejo Acuña. y Juan Cornejo Torrealba.-

En conmemoración del aniversario 92 de la inauguración del Ramal San Fernando a Pichilemu, hecho sucedido un martes 5 de enero de 1926, se reproducirá este relato de la sobre la locomotora 518. Acontecía de vez en cuando algo digno de comentar y, esto va relacionado a la era del vapor, especialmente con la querida locomotora tipo 57 Nº 518 y su maquinista. Sin embargo nos tomaremos la modestia de afirmar que la presente máquina junto a sus hermanas, las número 515 – 517 – 520 – 522 y a las tipo 58 Nº 550 – 551- 552-553-554-555, realizaban el recorrido desde San Fernando a Pichilemu y también al ramal Las Cabras, todo esto antes de la llegada de la era Diesel. Empero, a diferencia de las demás locomotoras, la número “518”,  cuando traía consigo trenes de pasajeros o carga (dígase el tren 11 – 12; 37 – 38),  su maquinista gestaba dos cosas fuera de lo común de todo hombre que guía su máquina hacia el destino al cual debe llegar.  

 

La primera, y a la cual liga de forma directa a la “518”, es cuando el maquinista -al parecer- de apellido Contreras en la zona denominada “El Corte”, aproximadamente en el kilómetro 2 (entrada al ramal Pichilemu), 5 kms. de la estación de San Fernando, realizaba algo bien gracioso. Al momento de ingresar al “Corte” el maquinista tiraba el cordel para accionar el claxon de la locomotora y reproducía la siguiente frase, obviamente adaptando las palabras al sonido del silbato: “Toma la canasta del Pan”.  Lo curioso de todo esto radica en que unos kilómetros más allá existe un pequeño poblado llamado “Peñuelas” y es aquí donde esta historia tiene su epílogo, ya que al momento de escuchar este agradable sonido, los lugareños de “Peñuelas” salían al encuentro del convoy para saludar o también regalar al maquinista y ayudante, frutas, pan, entre otras cosas. Lo segundo y lo cual conecta al maquinista, es lo relacionado a las paradas de estación en estación que gestaba este hombre en su tarea de guiar el tren hacia su destino. Como  todos los ferroviarios recordarán: los maquinistas y ayudantes, llevaban consigo su colación, dígase la vianda. El amigo Contreras aparte su vianda, iba acompañado de su fiel acordeón, la que en cada parada o detención que debía realizar en los minutos en que subían o bajaban los pasajeros, la tomaba y no perdía la ocasión de tocar su acordeón y junto con esto comenzaba a pulsar las notas que hacía disfrutar esos pequeños lapsus de tiempo de espera. Ahora sólo las melodías son recordadas  por la locomotora “518”, uno que otro ferroviario y el viento, porque son los únicos que quedaron impregnados con los viejos pero alegres sones emitidos por el “viejito del Acordeón”, como fue apodado  este célebre maquinista de la Empresa de los F.F.C.C. del Estado. Para finalizar, hemos compartido este relato, como una forma de evidenciar parte de la historia de una locomotora que se encuentra hoy en día en Carahue y que a pesar de no  encontrarse operativa está presente en la memoria del ramal Pichilemu. DSC 0071Fig 2: Locomotora tipo 57 °518 en Carahue, foto de J.C.T 2018.

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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