En el reciente encuentro de Loncoche tuvimos oportunidad de conocer a la poeta Marcela Leonelli, quien tuvo la gentileza de regalarnos dos libros de poesía: “Dedicatorias” (Trazos, 1997, 84 pgs.) y “Básica y Primitiva” (Austral, 2008, 135 pgs.). En ambas obras la escritora publica con el seudónimo de Eva Paz.
Su poesía tiene el desenfado propio de la mujer liberal, extrovertida, irreverente, bajo cuya estela acrecienta el dogma de su creación literaria. Por sus páginas fluyen el amor filial, el amor maternal, el amor espiritual, lo erótico, lo religioso y una visión muy personal de la existencia del ser humano.
Eva Paz no necesita soñar demasiado para concretar su poesía, la fuente de sus poemas está en su lar, en las personas que la rodean, en el ambiente cercano, en los amigos y amigas que circulan bajo su mirada, atenta y expansiva.
Podríamos decir que su personalidad divertida, bulliciosa y en extremo irreverente, radicaliza los márgenes de su obra literaria, que no descansa en ambigüedades; al contrario, nada es torvo ni oscuro en su creación, su versificación es simple, sin refinamientos, clara y concisa, que llega de inmediato al lector, quién puede conocer en breve lapso cual es la propuesta que le entregará esta niña nacida orillas del Traiguén, que con el frenesí propio de su sangre lanza sus poemas al viento desde las faldas de la Cordillera de Nahuelbuta.
De “Básica y primitiva”, tomamos parte de su poema “Monólogo”:
El espejo me mira
Es un ritual
-siempre igual-
Hola mujer, aquí te veo
Treinta y cuatro años después
Atrás en tu espalda
La joroba de recuerdos
Esos ojos aguados
Que han dejado de creer…