Apuntes- Gastón Bachelar
Presentación de: Lidia C. Lacava
El “Cogito del soñador”
La ensoñación no es privilegio exclusivo del poeta, ni la obra de éste se reduce tampoco a la ensoñación, ya que las imágenes requieren a veces una elaboración muy compleja antes de integrarse en la estructura de un poema.
La ensoñación es para el hombre común un camino que lleva a la poesía, así como para el poeta, esta ensoñación constituye la materia prima exigida por su peculiar quehacer.
“…buscando un poco, un psicólogo halla siempre, bajo un poema, un ensueño.
La poesía alimenta en nosotros, ensueños que no hemos sabido expresar.

Toda creación deriva de una especie de nirvana psíquico
Es a través de la ensoñación, dentro de un onirismo de vigilia, como muchos poetas sienten ordenarse las fuerzas de la producción. La ensoñación es ese estado simple en que la obra toma de sí misma sus convicciones, sin hallarse atormentada por censuras. Y es así como, para muchos escritores y poetas, la libertad de la ensoñación abre el paso a la obra.
Visión psiquiátrica
Es importante precisar la diferencia que separa las fantasías patológicas con que trabaja el psiquiatra, que son signo de desorden interior, del onirismo de la ensoñación poética.
El psiquiatra , en sus informes objetivos, no nos ayuda, como el escritor, a hacer que los fantasmas sean nuestros fantasmas.
Los fantasmas que se forman dentro de la ensoñación del escritor son nuestros intercesores para enseñarnos a morar dentro de la vida doble, en la frontera sensibilizada entre lo real y lo imaginario.
A esos fantasmas de la ensoñación, una fuerza poética los impulsa. Esta fuerza poética anima todos los sentidos; la ensoñación se hace multisensorial. La página poética nos brinda una renovación de la alegría de percibir, una sutileza de todos los sentidos, sutileza que tiene el privilegio de una percepción de un sentido hacia otro.
El ensueño poético
El ensueño que trabaja poéticamente nos mantiene dentro de un espacio de intimidad que no se detiene ante ninguna frontera…espacio que une la intimidad de nuestro ser que sueña con la intimidad de los seres que soñamos.
Todo el ser del mundo, se reúne poéticamente en torno al cogito del soñador.
Por el contrario, la vida activa, es una vida parcelada, parcelante fuera de nosotros y en nosotros. Nos arroja fuera de toda cosa. Estamos siempre frente al mundo, frente a hombres de humanidad abigarrada.
Las buenas cosas, las dulces cosas se ofrecen con toda ingenuidad al soñador ingenuo. Una comunicación de ser se establece, en los dos sentidos, entre el soñador y su mundo.
“Ciertas ensoñaciones de objetos sensibilizados en este grado hacen que resuene en nosotros el drama de objeto que nos sugiere el poeta.
Cuando cae de las manos de la sirvienta
el pálido plato redondo
del color de las nubes
es preciso recoger las astillas
mientras tiembla la araña
en el comedor de los amos.
Que sea pálido y redondo, que sea del color de las nubes, en esos hechizos de palabras simples poéticamente reunidas, el plato recibe una existencia poética.
No se lo describe en absoluto, y no obstante quien sueñe un poco no lo confundirá con ningún otro.
Gastón Bachelar ,de su obra “La poética de la rêverie” (estética literaria), según un estudio de Aida Aisenson Kogan Hachette –Las ideas y las formas- 1979.