Carlos Carroza, cantante angolino en Neuquén

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Carlos

Es pasado el mediodía de un sábado por la mañana del mes de mayo. En Neuquén todavía los rayos del sol tienen una potencia que abisma, hemos llegado a la casa de Carlos Carroza, quien nos recibe con el natural aprecio de los chilenos que se han avecindado en esa ciudad: ¡Pasá hermano!, nos dice con el peculiar acento argentino de esa ciudad y se desvive por atendernos.

Como decía Tito Mund: “Yo lo conocí” en Angol cuando tocaba guitarra en el conjunto de su padre, el popular  Carlos Carroza,  que tenía la particularidad de cantar y tocar batería a la vez. Era una orquesta popular, de aquellas infaltables en las ramadas y la bohemia angolinas. Eran los años ’60, en que Brian Molina y su grupo causaban sensación con un disco single que habían grabado y de otros conjuntos que incursionaban en las canciones de la Nueva Ola, movimiento musical de moda en esos años en el país.

La conversación va fluyendo con esa animosidad que impulsa a chilenos cuyos recuerdos son similares y que se van entretejiendo en el conocimiento de hechos pasados, con sabor a historias por la lejanía de los hechos en el tiempo.

Carlos recuerda esos años juveniles, cuando siendo conscripto del Húsares, de la noche a la mañana dejó sus obligaciones de cuartel y tomó rumbo a la Argentina, a trabajar en lo que fuera, pero también pasando por pasos no habilitados, lejos de los controles aduaneros. Así lo hizo en repetidas oportunidades, pero también volvió varias veces al Regimiento, para saber que pasaba con él en la justicia militar; nunca tuvo problemas y así siguió su vida, trabajando en labores esporádicas, pero siempre que podía, la guitarra era su compañera  y con ella y su voz deleitaba a sus compañeros de trabajo.

Así comenzó a hacerse conocido, hasta que su calidad vocal le llevó a integrar algunos conjuntos de la Patagonia Argentina y más tarde a ser el vocalista de la versión argentina de Los Ángeles Negros, con los cuales se ha presentado en Buenos Aires y diversas ciudades del vecino país, además de presentaciones en Chile y especialmente en su ciudad natal Angol.

Carlos pertenece también a la Sociedad Argentino-Chilena de Neuquén, donde es uno de los ejes principales cuando de montar eventos se trata. Así le vimos en Lautaro años atrás cuando se presentaron  con otros grupos en varios pueblos de la región, en forma totalmente gratuita.

Luego de haber compartido una excelente mesa junto a su señora y familia, nos regala uno de sus CD titulado “Mi Niña” Carlos Carroza, “la voz que seduce”, en el que interpreta varios temas de Los Ángeles Negros.

Carlitos, como se le llamaba en sus años mozos, con gran esfuerzo ha logrado hacerse un nombre en la música del vecino país; a las del grupo, añade presentaciones personales en diferentes lugares de la bohemia de Neuquén y sus alrededores, donde siempre sus canciones  son bien recibidas.

Desde Chile enviamos un caluroso saludo a este angolino que ancló allá, al otro lado de la frontera, donde su arte ha sabido ser apreciado por argentinos y chilenos residentes.

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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