Iván Espinoza Riesco, Escritor (1955)

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Ivan Espinoza Riesco
Ivan Espinoza Riesco

Es uno de esos autores que luego de haber tenido una vida con ciertas itinerancias y un trabajo de propio muy estresante, guardó las correas que le constreñían el uniforme verde y se fue a instalar a Valdivia, a nutrirse de la lluvia, a exhalar el olor del bosque y el sabor salino de los muelles para dejar fluir esa carga que llevaba en su interior y a una edad ya apreciable, fueron apareciendo sus escritos, memorias,  en forma de cuentos afinadas por la pluma alegre de su relato.

Todos sus libros son autoediciones que el mismo se encarga de vender a los turistas los días domingo en el torreón cercano al muelle valdiviano.

Obras publicadas:
  • 2005 Hijo ‘e paco y otras verdes desesperanzas
  • 2006 Pretérito no tan perfecto-recuerdos conjugados
  • 2007 El cuadrado de la hipotenusa

Algunos de sus trabajos aparecen en los libros “Puro cuento” de Marco Antonio de la Parra y “Prosistas y poetas valdivianos”

El 2006 obtiene el premio Marta Brunet de literatura infantil-juvenil categoría inéditos por su selección de cuentos “El paraíso y otras primicias tardías”.

Presentamos a nuestros lectores dos cuentos cortos de su autoría:

Segunda oportunidad
Dios apartó la taza de café, se ajustó los lentes en la punta de la nariz y carraspeó antes de hablar: ¿Por qué estás aquí, hijo mío? Bueno, respondí haciéndome el gracioso, supongo que estoy aquí porque he muerto. Me miró en silencio, como si fuera un bicho raro, luego sacó de una gaveta de su escritorio un formulario y un lápiz ¿Sexo?, preguntó. Hombre, dije. ¿Estás seguro? Absolutamente, usted debiera saberlo ¿Por qué crees que eres hombre? Bueno, por muchas razones, algunas resultan obvias ¿no cree?… ¡A ver, a ver, a ver!, no me vayas a salir con ese disparate de que eres hombre porque tienes un pene, barba y la voz ronca. No-no precisamente ¿Por qué entonces? Este… creo que… quizá porque cuando niño jugué a la pelota sin que me gustara, porque me reí con los chistes verdes que no entendía, porque fumé a escondidas, porque bebí como los otros, porque más tarde me acosté con putas, disculpando la palabra, jeje, porque después busqué un trabajo digno que me permitiera vivir, porque me enamoré de una buena mujer y me casé con ella, porque tuve hijos, porque planté un árbol, porque escribí un libro, en fin… ¡Déjate de decir sandeces! ¿Crees que hiciste lo suficiente?, inquirió ceñudo. Reflexioné un momento. ¡Dios, qué digo ahora!, pensé. Estaba claro que no había hecho lo suficiente. Finalmente no supe qué responderle.
Y aquí estoy, de vuelta en el hospital.

Joselito
Tendría diez años. Estaba sentado en la taza baño tratando de hacer lo que se suele hacer allí. Sorpresivamente me puse a cantar como Joselito (sin exagerar, imitaba su voz a la perfección, con unos requiebros maravillosos). Una vez un ruiseñor con las claras de la aurora…, cantaba. Tras terminar mi primera interpretación seguí con otra canción: Doce cascabeles lleva mi caballo por la carretera… Me desgañitaba de lo lindo, inspiradísimo. Me imaginaba que estaba en un escenario y era ovacionado por el público presente, claro que  en el escenario no estaba cagando, eso sí. Después de terminar con mi cometido en forma satisfactoria, tiré la cadena y salí del baño.
Afuera me esperaba mamá casi al borde de las lágrimas. ¡¡Mi Joselito!! exclamó emocionada e intentó abrazarme. Me escabullí como pude de su lado rojo de vergüenza y me encerré en mi cuarto.
Desde entonces no he vuelto a cantar.

Héctor Alarcón Carrasco

Escritor e investigador. Especialista en Historia Aeronáutica y Ferroviaria. Autor de diversos libros.

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