Gracias al financiamiento del Consejo de la Cultura a través del Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, y a la producción de Novum Editorial, se ha publicado esta biografía, en la que su autor Héctor Alarcón Carrasco ha desplegado sus mejores esfuerzos por entregarnos, en 200 páginas, una pormenorizada historia del más conocido de nuestros aviadores militares de la época pionera.
¿Como surge la idea de hacer una biografía de Dagoberto Godoy?
Es una idea que nace desde la presidencia del Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile, hace alrededor de cinco años.
La verdad es que fue un tema difícil. Sobre Godoy se había escrito mucho en diarios y revistas, pero nunca se había escrito una biografía sobre su vida, por lo que fue necesario buscar material en la capital, archivos personales, Museo Aeronáutico, contando además con la amplia colaboración del hijo del prócer, don Dagoberto Godoy Lisboa, quien me aportó casi todo el material fotográfico.
¿Por qué es importante la vida de este prócer de la aviación chilena?
Bueno, porque hoy en día cuando se viaja desde el aeropuerto Merino Benítez y se atraviesa la cordillera en un vuelo Santiago Buenos Aires, se atraviesa como si se fuera por una carretera más, pero en 1918 todavía nadie había logrado atravesar las altas cumbres en un más pesado que el aire.
Es esa época era algo que aún permanecía vedado para nuestros aviadores. Clodomiro Figueroa Ponce realizó varios intentos en un frágil Bleriot, de muy escasa potencia pero lamentablemente no lo pudo lograr. Godoy, teniendo un avión de mejor performance, logra vencer el macizo andino y con ello se coloca a la cabeza de los aviadores tanto chilenos como argentinos que habían tratado de realizar esta hazaña.
¿Y a nivel mundial, cual es la importancia de la hazaña de Godoy?
El hecho de atravesar una cordillera de más de cinco mil metros y que hasta ese momento no había podido ser cruzada por un más pesado que el aire, es sin duda una hazaña memorable. Cabe recordar los intentos de los argentinos Jorge Newbery, Alberto Roque Mascías y el teniente Pedro Leandro Zanni; todos se enfrentaron a la cordillera con dispares resultados, pero ninguno pudo aterrizar a este lado de la gran barrera.
En esos años se volaba a campo descubierto y todavía se recordaba el vuelo de Geo Chávez y su hazaña sobre Los Alpes, una montaña que apenas superaba los dos mil metros.
Antes de ese vuelo, Godoy había atravesado en tren la cordillera, en un viaje de ida y vuelta a Buenos Aires, como cadete de la Escuela Militar y luego como integrante de una delegación de aviadores.De sus recuerdos puede colegirse que ya en esa época se había visto deslumbrado por las alturas de los Andes.
¿Cruzar la cordillera?
Acá fluyen varios factores. Hay un primer adelantado que es Jorge Newbery, quien concibe tempranamente esta idea. De allí la idea es fomentada a ambos lados de la cordillera por aviadores civiles y militares. En Chile la superioridad del Ejército también hace estudios e incluso compra un avión para estos fines, en el que se dispone que Godoy efectúe vuelos de prueba.
¿Y cómo lo recibieron después del cruce?
Fue bastante grandioso. Los diarios de la época hablan de unas doscientas mil personas que concurrieron a ver y saludar al joven teniente, que regresaba desde Mendoza con el mérito de haber sido el gran vencedor de los Andes. En Mendoza se le dio tanta importancia a este hecho, que se dispuso una comitiva especial compuesta por delegados del gobierno provincial y militares, quienes lo acompañaron hasta la ciudad de Los Andes, donde fueron recibidos por las autoridades y el pueblo en general.
